A 10 años del día en que el fútbol argentino se tiñó de sangre

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    La final de la primera división del año 2007 mezcló, como pocas veces, el sueño de llegar a los primeros planos del fútbol con la pesadilla de ver la muerte en primer plano.

    Nueva Chicago y Tigre disputaron la final del torneo nacional B, dos gigantes del fútbol se batían a duelo por el único lugar en la élite del fútbol argentino; todo era expectativa, aunque el clima denso se mimetizaba con una tarde gris que presagiaba que algo malo podría pasar. Pasó y se cumplen diez años de aquel hecho

    Un partido, varios goles y la barbarie en su máxima expresión con la derrota de Nueva Chicago desató la furia de sus hinchas quienes invadieron el terreno y agredieron a sus propios futbolistas para luego ir a «la caza» de los hinchas visitantes.

    Si es difícil olvidar semejante «guerra», para Horacio Cejas, seguramente es imposible porque su hermano Marcelo pagó con su vida los costos de vivir en una sociedad extrema, tanto dentro como fuera de las canchas.

    Marcelo intentó huir de un campo minado de delincuentes, barras bravas, violentos y funcionarios inoperantes, pero fue inútil. La feroz golpiza y el impacto de un adoquín en su cabeza, fueron demasiado para este padre de familia, que con 41 años y 4 hijos, dijo hasta luego al entrar en paro camino al hospital.

    A diez años de haberse escrito una de las páginas más tristes y oscuras de la violencia en el fútbol, HispanoPost conoció a Horacio, el hermano menor de Marcelo, aún sin entrar en razón y habiendo dedicado una década a su incansable lucha, en busca de pruebas y testigos, que hagan justicia en memoria de su hermano. Horacio divide su vida entre la humilde carpintería donde se gana la vida y la difícil tarea de llevar a los violentos a la cárcel.

    Enfrentado a los policías de la comisaría responsable de aquel operativo y persiguiendo hasta el cansancio a reconocidos barras bravas de Nueva Chicago, Horacio cree que difícilmente se haga justicia.  

    «La gente de bajos recursos no puede exigir nada, es muy difícil que nos escuchen», abatido por diez incasables años de pelear contra las mafias organizadas, Cejas no baja los brazos.

    «Me da pena la actitud de los funcionarios nacionales, hablar de mi hermano parece palabra prohibida, Marcelo no era barra y murió escapando de sus asesinos, solo por él voy a seguir buscando al que se llevó una parte de mi vida».