Armero, el dolor de una catástrofe que nunca se superó

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    Omaira Sánchez se convirtió en símbolo de la tragedia de Armero que acabó con más de 25 mil personas hace 32 años tras la erupción del volcán Nevado del Ruíz. Su cuerpo quedó atrapado entre el fango y agonizó durante tres días.

    HispanoPost visitó las ruinas de Armero, en el departamento andino del Tolima, ubicado a cuatro horas en carro desde Bogotá. Cerca de mil placas de agradecimiento por milagros recibidos a la niña Omaira reposan en su tumba que es visitada todos los días por turistas y curiosos.

    Omaira, de 13 años, no puso ser rescatada pese a los esfuerzos de los socorristas, porque no existían los equipos necesarios para sacar el cuerpo aprisionado entre las vigas de su propia casa y los cadáveres de sus familiares.

    María Mercedes Segura es una de las sobrevivientes. Perdió a su mamá y a su hermana, de quienes se dice, quedaron vivas de la tragedia; pero aunque las ha buscado por cielo y tierra, 32 años después aún no ha dado con su paradero.

    Hoy, Armero es un camposanto. Las pocas casas que quedan han sido comidas por la maleza. “Podemos ver la desidia y el abandono en el que está este lugar, cada vez nuestras ruinas están desapareciendo, pero esto es negligencia de un gobierno que no hace nada por preservar nuestra memoria”, se lamenta María Mercedes.

    Lo que pasó en Armero es considerado el peor desastre natural de Colombia. Valga recalcar que desde meses antes de esta tragedia, varios geólogos y políticos alertaron la posible destrucción del pueblo por el aumento de actividad sísmica del volcán. El Gobierno no ordenó evacuar a la población tras las advertencias. La avalancha también arrasó con más de cuatro mil viviendas.  

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