He sido visitado en Madrid y contactado por diversos actores de la vida económica y política de Guatemala para invitarme a participar como consultor de campaña. Muy a pesar mio, he tenido que rechazar las ofertas porque desde el año 2002 decidí no volver a trabajar en ese campo en Guatemala. Fue una decisión personal pero absolutamente racional y voluntaria, porque comprobé que si asesoro a alguien en mi país y gana, mis detractores comienzan a sembrar cizaña y buscan provocar conflictos y juegos de intereses donde no los hay. Y si mi candidato pierde, los ganadores se ensañan con persecusión sin miramiento alguno. Así que como mi decisión es no participar, desapruebo cualquier versión que me vincule con candidato alguno. No participaré asesorando a nadie en los comicios del 2019 como no lo he hecho desde el año 2002
De cualquier manera, es válido dibujar a línea gruesa una visión sobre como se vislumbra el panorama electoral en Guatemala.
Siempre será importante tomar en cuenta el marco legal vigente. Se sabe que será una campaña muy breve, y que durante tres meses de acción abrirá los espacios al proselitismo de manera sumamente controlada, tanto en exposición como en inversiones autorizadas. Sin duda, se busca impedir el paso de muchos recursos de origen obscuro, por un lado, y por el otro, se luchará contra el clientelismo político entre patrocinadores y candidatos obligándoles a transparentar donaciones y gasto. No se puede recurrir a la campaña por adelantado y se asume que hay una fuerte vigilancia para retirar a los aspirantes que violen este marco legal.
Este contexto legal tiene consecuencias estratégicas para el proceso. En principio, limita severamente el aparecimiento de nuevas caras y circunscribe las posibilidades a que solo los que ya existen en el imaginario colectivo tendrán oportunidad de descollar. O sea, ha blindado el panorama para quienes han aprovechado sus posiciones políticas y electorales con anterioridad, una maniobra que tiende y puede provocar el agotamiento más acelerado aun de la instancia democrática, ya de por sí, muy desgastada y popularmente poco apreciada. Queda la elección en manos de estructuras capaces de provocar movilización de seguidores aun y cuando su objetivo no haya sido hasta ahora electoral, como los sindicatos, organizaciones campesinas y populares y hasta los ex patrulleros de autodefensa civil.
Así que con esto en mente se observa un panorama complejo por lo cerrado de las opciones. Su característica principal será la polarización sin precedentes que se verá, con una Sandra Torres como la opción de la izquierda. Un poco más radicalizada que Torres y más a la izquierda, aparece la potencial candidatura de la exfiscal Telma Aldana, propuesta por el partido en formación Semilla, y cuya existencia aun es incierta.
Por contraste, en el mapa preelectoral aparece diametralmente opuesta la excongresista Zury Ríos, muy bien apreciada en cuanto a su formación para gobernar pero con serias dudas sobre la legalidad de su aspiración. Más radicales aún se observan en la extrema derecha del espectro a Alejandro Giammattei y Ricardo Mendez Ruiz ambos como foco de polarización pero con sus grupos duros de apoyo. Ninguno de los dos aparece aun con posibilidades en las primeras encuestas. Luego se habla de aspirantes emergentes, como Edwin Escobar, uno de los alcaldes de la zona metropolitana, pero que a pesar de haber sido presidente de la Asociación de Municipalidades, no ha logrado demostrar caudal político. Los candidatos oficialistas siguen siendo especulación pues en principio, ni siquiera se sabe de la continuidad del partido que llevó a la presidencia a Jimmy Morales.
Incierto y agitado panorama, porque está en tramite el proceso de cancelación de varios partidos. Y los que van quedando están ante el reto de hacer su propuesta presidencial o desaparecer, tal y como la ley manda. Así que en breve se verá cómo quedó el camino de la democracia representativa luego de sus últimos cambios.
Con algunos medios escritos y columnistas jugando a sedición y aun buscando el final anticipado del actual gobierno en Guatemala, en lo personal tengo pocas expectativas de que algo bueno esté a la vuelta de la esquina en materia electoral.
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