Atendimos una urgencia en la clínica donde los pacientes son muñecos

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    José Antonio Vanegas y Luz Marina Vargas han consagrado su trabajo a una clínica poco común: sus pacientes son muñecos antiguos que llegan desquebrajados. Su labor consiste en restaurarlos y dejarlos como nuevos.

    Vanegas lleva 37 años en este oficio en el que, más que arreglar juguetes, “recobra sentimientos”. Sus principales clientes son personas mayores que llevan su muñeco más preciado, pero que con el paso del tiempo ha perdido color, sus ojos, partes del cuerpo o los mecanismos no funcionan.

    Ambos tienen más de 15 años en este negocio con el que han podido sacar a sus hijos adelante y todos los días trabajan desde temprano hasta la noche.

    La restauración puede costar de 40 dólares en adelante, dependiendo si necesita cambio de cabello, pintura de cuerpo, cambio de brazos o de piernas. Luz Marina confecciona los vestidos, cambia los cuerpos de los muñecos, los maquilla y hasta le coloca aretes.

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