Bloqueos de vías y ausencia de transporte afectaban este del martes la capital chilena, en una nueva jornada de protestas sociales y con un llamado a paralización por parte de empleados públicos, estudiantes y otras organizaciones.
Tres semanas de movilizaciones han dejado más de 20 muertos y miles de detenidos, además de cuantiosos daños que ya empiezan a sentirse en la economía del mayor productor mundial de cobre.
Pese a que el Gobierno ha hecho algunos guiños con ajuste de ministros, medidas paliativas y la promesa de avanzar en un cambio constitucional, los manifestantes no parecen satisfechos y demandan reformas estructurales al modelo económico del país.
Trabajadores del sector público, estudiantes y otras organizaciones gremiales llamaron a una huelga general el martes, aunque garantizaron que no se afectarían sectores como la producción y suministro de combustible.
En dos autopistas que comunican la capital con importantes puertos, barricadas incendiadas flameaban desde primeras horas.
En el centro de Santiago se observaban menos transeúntes y menor frecuencia de buses de la red de transporte. Muchas empresas ajustaron horarios o decidieron no abrir debido a la paralización y marchas convocadas durante la jornada.
Por su parte, el aeropuerto de Santiago informó a sus pasajeros que seguía operando con normalidad en sus accesos.
El Congreso suspendió sus actividades por razones de seguridad y debido a los problemas de desplazamiento para los legisladores y funcionarios por los cortes de rutas.
Las manifestaciones iniciaron por un alza en los pasajes del transporte, pero se amplió a demandas de más equidad en salud, educación, pensiones -entre otros- en una de las economías más estables de América Latina, pero que ostenta altos índices de desigualdad.
La mayoría de las mineras de cobre mantenían sus operaciones pese a algunos retrasos en turnos debido a bloqueos de caminos.
Con información de Reuters