Río de Janeiro se levantó con lluvia, pero igual así los cariocas salieron a las calles a la procura de los periódicos para informarse de la decisión final del Senado que votaba ayer la propuesta de Impeachment contra Dilma. Finalmente, con 78 de los 81 senadores, la votación salió a favor de retirar a Rousseff de la Presidencia, con 55 votos a favor, 22 en contra, 1 abstención y 3 ausencias.
Los periódicos se han agotado en buena parte de los quioscos de prensa. La cabecera más importante del país, y más criticada por quienes apoyan al Gobierno, El Globo, ha llegado solo después de la 13.00 debido a que esperó hasta último minuto para recoger todo lo sucedido en el pleno del Senado.
En las calles de Río y de todas las ciudades de Brasil, hoy no se habla de otra cosa. Opositores y defensores del Gobierno comentan lo sucedido. Quienes apoyaban el proceso de Impeachment tienen la certeza de que es lo mejor que ha podido suceder para el país. Ven al nuevo presidente, Michel Temer, como la figura que puede sacar al gigante latinoamericano de su actual crisis económica.
Por el contrario, quienes creen en las políticas de Dilma y del Partido de los Trabajadores afirman que hoy es un día de derrota, en el que, aseguran, el Golpe ha vencido a la Democracia. Ellos defienden la idea de que Rousseff debería haber agotado su mandato y después convocar elecciones para que el pueblo pudiera decidir libremente.
La realidad ahora es que Brasil cuenta, por un lado, con un presidente temporal, Michel Temer, que ya ha constituido su propio Gobierno, formado en su totalidad por hombres, lo que ha sido duramente criticado por movimientos de mujeres por la Democracia en todo el país. Y por otro, con una ex presidenta que ha de abandonar el cargo por 180 días, período en el que serán apuradas las investigaciones abiertas en su contra.
Un proceso de inestabilidad política que se da a pocos meses de la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad de Río de Janeiro.
