Café La Habana: Donde Fidel y El Ché planearon la revolución

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    Fundado en 1954 en el centro histórico de la Ciudad de México, el Café La Habana se convirtió rápidamente en el café de moda de los intelectuales mexicanos. Algo no menor si consideramos que en esa década muchos de los artistas e intelectuales más importantes del mundo pasaron por México. Fue en ese contexto que el Café vivió su esplendor; como un punto de reunión para intelectuales, pensadores y guerrilleros por igual, el café se convirtió en la parada obligada de los habitantes de la ciudad; un establecimiento donde se podían discutir las grandes ideas al calor de un café.

    Quizás el mito más grande que envuelve a este establecimiento es que fui ahí donde Ernesto «Che» Guevara y Fidel Castro planearon partes importantes de la revolución cubana. La ironía se escribe sola, en medio de la ciudad de México un café con nombre de futuro: Habana. Lo que es cierto es que el café albergó a los intelectuales más importantes del país, Renato Leduc, Gabriel García Márquez y Octavio Paz frecuentaron el café durante sus años más proliferos. Poco tiempo después, el escritor chileno Roberto Bolaño y su grupo de poetas infrarrealistas volvieron del Café La Habana su guarida intelectual; de hecho dicho café, rebautizado como Café Quito, es el escenario donde pasan partes importantes de su novela más famosa: Los detectives Salvajes.

    A diferencia de otros establecimeintos que albergaron a grandes intelectuales como Les Deux Magots en Francia, The Eagle and the Child en Oxford o La Biela en Argentina, el Café  La Habana sigue siendo un secreto bien guardado de la Ciudad de México; son pocos los turistas que se aventuran en él  y el café mismo ha optado por una humilde aproximación a su pasado; no hay estatuas ni fotos de sus visitantes célebres sólo una escueta placa que los menciona; el Café La Habana es una tradición en México, una tradición que aún no pierde su encanto literario más importante: su autenticidad.