Conoce a deportistas brasileños que actúan en el circo nacional

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    Las artes circenses se han convertido en Brasil en una alternativa para los deportistas de alto rendimiento, ya sea para aquellos que desean una nueva actividad tras dar por concluida su etapa profesional como para los que pretendan complementar su carrera con actividades más artísticas.

    Así lo admitieron diferentes deportistas profesionales inscritos en la Escuela Nacional de Circo de Brasil, con sede en Río de Janeiro y la escuela circense pública de América Latina.

    Pese a la tendencia a referirse al circo como un lugar de payasos y animales en malas condiciones, este mundo incluye toda una serie de disciplinas de alto nivel de exigencia, como acrobacias, equilibrios, malabares, básculas o cuerdas, que requieren meses e incluso años de entrenamiento, aseguran los atletas.

    Precisamente, un elevado número de actores circenses tiene una base gimnástica, que se les exige con el tiempo a todos los aspirantes a este gremio para poder realizar las coreografías requeridas en los espectáculos.

    Para la exatleta de gimnasia y saltos ornamentales Danielle Robles, el circo le permitió desarrollar finalmente sus habilidades físicas con mayor libertad y mezclar los tres campos que más le gustaban: «la danza, la gimnasia y la interpretación». De acuerdo con Robles, cuando compites, «es como si fuera una marioneta. Estás siempre siguiendo órdenes, no tienes la libertad de hacer lo que quieras. (…) Para llegar a la perfección tienes que practicar todos los días».

    Antigua integrante de la selección brasileña, la atleta se postuló el año pasado para representar a su país de cara a los Juegos Olímpicos de agosto próximo en la disciplina de clavados, una petición que le denegaron y que le incentivó el cambio al mundo del espectáculo.

    Reconoció que este cambio fue duro al principio, ya que se trataba de «aceptar una decepción» que le había supuesto quince años de dedicación y sacrificio, una frustración que ha quedado en segundo plano tras la felicidad que le aporta este nuevo oficio. Por otra parte, la intensidad de los entrenamientos sigue siendo la misma, aunque esta vez está acompañada de «la familia» que se ha formado en el circo, un ambiente muy diferente al duro mundo de la competición deportiva, que impide desarrollar amistades a causa de la presión de los torneos.

    En el caso del gimnasta brasileño Gabriel Costa, que inició su carrera profesional con 16 años, las competiciones y el circo pueden ir de la mano, ya que «la técnica es la misma». «El circo da más libertad» y «acepta lo que hagas», dijo a Efe el gimnasta, quien, pese a que «la gimnasia está estandarizada», no descarta volver a las disputas en el futuro por definirse como «competitivo».

    Los dos estudiantes de artes circenses concordaron que uno de los mayores puntos de presión que les afectó en el deporte profesional fue la edad, ya que cada año llega gente más joven y los entrenadores tienden a apostar por las nuevas generaciones. Estos jóvenes de 21 años de edad son dos de los más de veinte casos de atletas de competición que la Escuela Nacional de Circo de Brasil acoge entre sus muros.

    En opinión del director de esta escuela, Carlos Viana, lo característico del circo es la capacidad de adaptación de los protagonistas, ya que los circenses han de saber actuar en todo tipo de recintos, y su capacidad para comunicarse con el público. Sin embargo, también coincidió con sus alumnos al afirmar que entre ambas disciplinas existen más semejanzas que diferencias, ya que las dos exigen un gran control corporal y práctica técnica diaria.