La muerte de Fidel Castro marca la crisis definitiva del sistema dictatorial que controla Cuba. En un sistema esencialmente personalista que gira en torno al dictador, mientras éste respira es el centro del poder y aunque hace diez años Fidel pasó formalmente la dirección del gobierno a su hermano Raúl, continuó siendo el poder real, porque él era el jefe de la revolución, el personaje internacional, el símbolo, el dueño y la encarnación de la dictadura. En un régimen totalitario esas características y condiciones no se transfieren, permanecen hasta que mueren con el personaje y esto acaba de suceder . Después de Fidel Castro la nomenclatura castrista y el pueblo cubano enfrentan la alternativa entre sucesión o transición.
Sucesión es el reemplazo, la simple sustitución de alguien en un lugar o en el desempeño de una función, es también la recepción de bienes de otra persona como heredero o legatario. Transición es cambio, es la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto.
Lo que Cuba vivió desde el 31 de julio de 2006 con el denominado traspaso de poder no ha sido una transición porque nada cambió. Continuó el ejercicio puro y duro de la dictadura con las diarias violaciones de derechos humanos, la falta de libertades fundamentales, la ausencia de prensa libre, el control totalitario, presos, exiliados, estatismo centralista, miseria, adoctrinamiento, represión, intervencionismo externo, el discurso antiimperialista y Fidel Castro fue siempre el poder real.
Cuanto mas, en los últimos 10 años Cuba pasó por una sucesión parcial, una suerte de mandato, porque Raúl Castro tomó el gobierno con funciones casi de un primer ministro bajo la sombra del Jefe, del dictador omnipresente que sostuvo silenciosa pero firmemente toda la nomenclatura. La dictadura cubana es la dictadura de Fidel Castro desde el primero de enero de 1959 hasta el 25 de noviembre de 2016. Los diez años con Raúl Castro a cargo de gobierno, son solo eso, un tiempo de gobierno por encargo del dictador, del hermano mayor y protector, dueño del poder, mientras respiró.
Cuando Raúl Castro tomó el gobierno en 2006 lo hizo con la autorización de seguir consultando a su hermano Fidel las decisiones de especial trascendencia para el futuro, como irrefutable prueba de ser un apoderado forzado por la enfermedad del Jefe. Cuando el 24 de febrero de 2013 un Raúl Castro de 81 años sentado a lado de Fidel- anunció que dejará el poder en cinco años, esto es el 2018, lo hizo en el marco de la simulación de institucionalidad que fraguó Fidel para perpetuar la dictadura. Una reunión de partido único totalmente digitada que denominan Asamblea Nacional, que reelige como presidente por 5 años al hermano de un dictador que no puede administrar por vejez y enfermedad. Simular cambio para que nada cambie.
Ahora con la muerte del dictador, faltando 15 meses para el anunciado retiro de Raúl como encargado de Fidel Castro, la situación ha cambiado, es muy diferente porque el poder político de la dictadura ha muerto con el dictador, ha desaparecido el elemento esencial de cohesión del régimen. Raúl ya no tiene la figura del poder que lo proteja, ha fallecido el mandante y eso es muy grave en la interna de la sucesión castrista y peligrosa en la posibilidad de transición.
En el escenario de sucesión que supone la continuidad del sistema de opresión sobre el pueblo cubano, la disputa está abierta entre las viejas y las nuevas generaciones de la élite castrista; también esta abierta entre los miembros de las familias Castro (hijos, sobrinos, nietos, yernos) y los que simplemente no son familia. Se trata del reacomodo de los miembros del sistema en los espacios del gobierno, de los privilegios y de la corrupción. Es la lucha para tener mas poder en dictadura sin dictador, y nada garantiza que Raúl, sus familiares y entorno se impongan.
La transición tiene solo un camino y es el de la libertad y la democracia, la sustitución del régimen dictatorial por el respeto a la soberanía del pueblo. En este escenario Raúl Castro tiene aún la posibilidad de usar el poder que no le dudará mucho, para ser el hombre del cambio, ser el Gorbachov de Cuba, el reformista, el último castrista, el que abra el país a la democracia, rápida y ordenadamente. ¿Quiere y puede Raúl Castro pasar de ser el heredero del dictador a ser el líder de la libertad de Cuba? ¿Tomará la oportunidad que le brinda la historia de pasar de verdugo a libertador? ¿Podrá pasar de ser el hermano menor del dictador muerto a ser el personaje respetado que restituya los derechos fundamentales en su Patria?