Ecuador: fraude y más de lo mismo

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Con los resultados, a todas luces fraudulentos, de la segunda vuelta electoral de este domingo, 2 de abril, Ecuador vuelve a quedar una vez más conminado a soportar otros cuatro años de un régimen empobrecedor, corrupto, violento, paternalista y totalitario, fundado en 2007 por Rafael Correa con una papilla condensada de ideas católicas –las que profesa de rodillas y con la fe de carbonero–; filosofía Boy Scoouts (“siempre listos”), con la que ascendió desde muy abajo sus primeros escalones sociales, provisto de sus pantaloncitos cortos, y dogmatismo chavista, en el que encontró los alicientes y utensilios necesarios para valerse de sus siempre enardecidos resentimientos personales como eficaz arma de lucha política. Correa, en síntesis, es un fascista.

         Contradiciendo las encuestas, los conteos a boca de urna y las cifras reales de las mismas elecciones, se impuso, con un escrutinio final armado a puerta cerrada, el candidato de Correa, Lenin Boltaire (así, con B labial) Moreno Garcés, el paralítico, “teórico sobre el humor” y guía de turismo, de 64 años, que fuera vicepresidente de su primer gobierno así como su obsecuente y seguro servidor.

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         A pesar de los resultados recogidos en la gran mayoría de actas electorales, que le otorgaron la mayoría al candidato Guillermo Lasso, el gobierno de Correa intervino la sede de la autoridad electoral para torcerle el pescuezo a la democracia con un resultado improbable: Lasso 48.89% y Lenin Boltaire 51.11%

         El fraude no ocurrió únicamente ayer. Viene desde la campaña electoral, durante la cual Correa puso todos los recursos del Estado –desde las armas hasta el presupuesto nacional– para desmerecer a los demás candidatos y tratar de inflar a este pobre hombre sin carácter que padece, según él mismo, dolores vertebrales insoportables que lo obligan a pasar la mayor parte del día sedado y acostado. Además, versiones reservadas indican que debe someterse a diálisis periódicas. Su estado de postración viene de un disparo que recibió hace 19 años durante un confuso tiroteo y desde entonces debe moverse en una silla de ruedas. Su mayor logro es el de haber promovido una ley que exige a todas las empresas cubrir con discapacitados el cuatro por ciento de la nómina de empleados. Jamás tuvo en cuenta que el país carecía de tantos y ahora los empresarios se han visto en la necesidad de importar inválidos de todo tipo para poder cubrir la cuota exigida. Lenin Boltaire siente que quedó tan victorioso con su ley que cada año organiza una campaña con fondos públicos para buscar el Premio Nobel de la Paz. No obstante, consiguió convertirse en Delegado de los Discapacitados en la ONU y Correa le asignó para sus gastos un millón 600 mil dólares, sin ser empleado público, lo que es un peculado palpable, aquí y en Cafarnaúm. Además, Correa lo instaló a todo dar en Ginebra, Suiza, sin que tuviera ninguna necesidad de vivir allá. Angelina Jolie, por ejemplo, tiene el mismo estatus respecto de los niños, no vive en Suiza y nadie la financia más que ella misma.

         Los diez años de los gobiernos de Rafael Correa, que terminarán en mayo próximo, echaron por la borda la bonanza petrolera más grande que recibió ese país. “Construyó” carreteras que ya existían y las engrandeció con un sistema de propaganda estatal que puede haber costado todavía más que las mismas “autopistas”. Correa le pignoró el país a la China y a Rusia para llenarse sus propios bolsillos y poder cubrir, cada vez con menos éxito, un torrente de subsidios miserables con los que ha hecho de la población más pobre una masa parasitaria a la que le resulta mejor negocio sentarse a esperar cada mes los pequeños obsequios de Correa que trabajar, pues, quienes se emplean, pierden los beneficios estatales. Estos estímulos a la miseria perpetua –como en Venezuela– son los que le permiten a la “revolución ciudadana” de Ecuador ganar elecciones, llenar plazas, conseguir aplausos y adormecer la protesta social y la iniciativa privada.

         Una gran tajada de la riqueza del Ecuador hoy reposa en cuentas privadas del correísmo en Suiza y otros paraísos fiscales. Hace parte de las fortunas del mismo Correa y de su círculo gubernamental, entre quienes sobresalen personajes como Alexis Mera, autoproclamado como el gay más sofisticado y exquisito del país, de extrema derecha. En el palacio presidencial de Carondolet solamente están su despacho y el de Correa, a quien le produce todas los desafueros legales que el día a día requiere para redactar una constitución o violarla; condenar a los malquerientes sin fórmula de juicio, confiscarles los bienes a los enemigos, reducir a prisión a opositores o decepcionados, como es el caso de personas que se atrevieron a hacerle gestos obscenos al paso de la caravana del señor presidente y esta se detuvo para golpearlos, arrestarlos y aislarlos en las mazmorras de la revolución, donde las ratas y las cucarachas se disputan con los reos la comida, los rayos del sol y el espacio. Alexis Mera fue el artífice del juicio fraudulento contra el reputado y antiguo diario El Universo, de Guayaquil. Lo hizo condenar a pagar una multa de 400 millones de dólares y a pedir perdón por haber publicado una nota de opinión que no le gustó a Correa. Forenses independientes de Estados Unidos y Colombia comprobaron que el fallo condenatorio se redactó en el computador del abogado del presidente y no en el del juez, pues la copia electrónica así lo demostró, sin el menor asumo de duda: su identificación electrónica era la misma que la del denuncio que salió de allí y de otros muchos documentos del corrupto abogado.

         Todos los órganos del estado ecuatoriano –legislativo, ejecutivo y judicial– dependen de las órdenes de Correa.

         Entre la casta de la nueva clase organizada por Correa a su alrededor, hay dos hermanos, ambos ministros al mismo tiempo: Vinicio y Fernando Alvarado. Quienes más han estudiado la corrupción desbordada de Ecuador, estiman que los Alvarado han robado más dinero público que el mismo Correa, hoy multimillonario. Poseen cuentas en paraísos fiscales del Caribe, Suiza y Brasil.

Los dos Alvarado, así como el papá y la mamá de ambos, protagonizaron uno de los casos de corrupción más extraños del país: con una misma tesis de grado –cundida de errores de ortografía y de redacción– los cuatro (hijos y padres) obtuvieron al mismo tiempo y en la misma sesión solemne grados de doctores por parte de una universidad de medio pelo que, obviamente, no tiene ningún programa de doctorado ni doctor alguno en su planta de profesores.

         El vicepresidente actual, Jorge Glas, llegó al cargo sin segundos calzones, pero con un solo mérito: haber sido el compinche de Correa en los Boy Scoouts, cuando ambos estudiaban en el colegio de clase baja San José la Salle, situado en el barrio Centenario, de Guayaquil. Asumió el cargo en mayo de 2013 mientras bullía un escándalo público por una niña pobre a la que violó, embarazó y abandonó el padre de Glas, también llamado Jorge. No hubo poder humano que consiguiera justicia en este caso si bien el gobierno en pleno, miserablemente, se encargó de impedirlo.

El triunfo fraudulento del pasado domingo ratifica en la vicepresidencia a Glas, quien, además, tiene cargos por lavado de dinero del narcotráfico.

         Si el fraude electoral no se cae, Lenin Boltaire asumirá la presidencia, Glas la vicepresidencia por segunda vez y el otrora pobre Correa se retirará a Bélgica para disfrutar allí la fortuna que le hurtó al país y a vivir en una de las mansiones que adquirió en Bruselas. Las otras las tiene alquiladas para servir sus rentas.

         Los ecuatorianos no saben en qué consista el pensamiento de Lenin Boltaire: nunca ha aceptado un debate y las pocas veces que habla en público usa un teleprónter en el que lee ideas ajenas. “Si gana Lenin, los ecuatorianos no sabremos quién vaya a gobernar”, me dijo ayer un analista de Quito. Pero no es difícil adivinarlo: los corruptos hermanos Alvarado, Alexis Mera y Jorge Glas permanecerán a su lado. Y desde su mansión de Bruselas Correa seguirá dirigiendo el gobierno y contralando el país lo mismo que siempre: por Twitter y WhatsApp.

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