El calvario de enterrar a un muerto en Venezuela

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    Erbinson Antonio Eduardo Urbina, de 20 años de edad fue asesinado de tres disparos el viernes 19 de enero en la madrugada cuando impedía que unos delincuentes robaran a su tío en las inmediaciones de su casa, ubicada en el sector popular de La Vega, en Caracas. 
    El caso de Eduardo visibiliza una realidad que se repite todas las semanas en familias que tienen a parientes víctimas de la violencia en Venezuela. Los grupos familiares deben realizar múltiples trámites que se pueden extender hasta una semana para retirar los cuerpos de sus parientes de la principal medicatura forense de Caracas, la morgue de Bello Monte. 
    En el caso de las familias humildes, que no tienen recursos para pagar los trámites, deben solicitar donaciones e incluso saltan los actos velatorios por falta de dinero o porque los cuerpos de sus parientes se descomponen durante el proceso que deben seguir para retirar los cadáveres. 
    Para que los familiares de las víctimas de homicidios o accidentes de tránsito puedan retirar los cuerpos de sus difuntos de la morgue de Bello Monte, deben consignar copias de las cédulas de identidad de los fallecidos, de otro familiar, de dos testigos que se presenten en esa dependencia para firmar y también llevar el registro civil del difunto, sus partidas de nacimiento y certificado de defunción.
    Luego, los grupos familiares deben comprar las urnas, cuyo precio oscilaba entre 11.000.000 y 12.000.000 bolívares, mientras que el salario mínimo integral en Venezuela es de 797.510 bolívares. También deben pagar el traslado fúnebre, que incluye los gastos de la funeraria y el espacio en el cementerio para el sepelio. En el caso de la familia de Erbinson Eduardo, lograron que en la morgue de Bello Monte les donaran el féretro, mientras que los gastos del cementerio y del traslado fúnebre los cubrieron con aportes de amigos que colaboraron. 

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