El sabor de las tapas y pinchos de Lizarrán conquista EEUU

    0
    441

    El desenfadado rito español de las tapas apetitosas y variadas vive su mejor momento en Estados Unidos gracias a restaurantes como Lizarrán, marca española líder en pinchos, que abrió recientemente sus puertas en Hialeah, aledaña a Miami, y ya cuenta con una numerosa clientela adicta a sus croquetas o tortilla de patatas.

    Situado junto al centro comercial Westland Mall, Lizarrán se ha convertido ya en un auténtico referente de las tapas y pinchos de sello tradicional, un modelo culinario que triunfa en este gastrobar por su estética, producto y sabor.

    Un local luminoso, acogedor, muy limpio, del que brota una hospitalidad natural que anima a la conversación en la barra de la entrada, presidida por un refulgente tiro de cerveza de grifo Mahou y donde es posible disfrutar de tapas, pinchos y raciones que traen los mejores aires del «tapeo» español.

    Al fondo de la barra, visible desde esta, el único comedor, con mesas de madera clara, alegre. Un simpático dibujo sobre pizarra del mapa de España con el lugar de origen de algunas tapas señalado decora y ocupa una pared entera. Se lee: «Cocina mediterránea. Lizarrán».

    Saboreo sentado a la barra una cerveza Mahou de barril muy bien tirada, fría y con buena corona de espuma mientras charlo con Sofía Alonso, la directora de comunicaciones de Lizarrán.

    Sofía irradia entusiasmo, confianza y confidencia en el «secreto» del recetario casero de Lizarrán, de sus ya memorables croquetas de jamón, champiñón o de espinacas, de sus gambas al ajillo o huevos estrellados. O el sabroso pincho de cerdo y queso gorgonzola.

    Rodea Sofía de admiración y enamoramiento el placer del «tapeo» español en Lizarrán, de compartir con amigos, cerveza o copa de vino en mano. Y afirma que la máxima aspiración del equipo de comedor y cocina es el disfrute del comensal a través del sabor de sus propuestas. Y lo logran.

    En Lizarrán de Hialeah, el primer local abierto en EE.UU. por esta cadena que cuenta con 300 establecimientos en todo el mundo, cristaliza una cocina sabrosa de tapas y platos elaborados con la mejor materia prima y representativa de la riqueza de lo tradicional en España.

    Aquí, al «concepto de pinchos se suma el de tapas caseras muy variadas de cultura hispana con otros platos como arroces, con paellas maravillosas, todo hecho a diario», dice con contagioso entusiasmo Sofía.

    Cocina auténtica de tapas elaboradas con sentido común, para comer sin estrés, donde las cosas saben a lo que son, lejos de enmascaramientos de sabores en bocados que solo son bonitos a la vista.

    Y es que, hace hincapié la española, «todo nuestro producto es casero y lo hacemos a diario, siempre apostando por la consistencia y un producto que es totalmente de calidad. Eso es lo que marca la diferencia en un restaurante» como Lizarrán.

    Como buen bar de tapas y raciones, mantiene, mima y cuida también el renglón de los platos de cocina popular, como las albondigas de res, el tumbet de Mallorca o, por supuesto, el capítulo de los arroces, en sus tres suculentas variantes: arroz del Mediterráneo (con chipirones, almejas, langostinos y mejillones), arroz de pollo y setas y el arroz de verduras.

    Otro acierto de Lizarrán es el pan, recién horneado, hecho en casa, clave en la calidad de los pinchos que salen calientes de la cocina, como el de tortilla de patatas con jamón serrano, el de chistorra y huevo o el de pulpo a la gallega.

    Doy asalto a los huevos estrellados y al pincho de tortilla de patata y el de hamburguesa (a base de carne de res, cebolla caramelizada, tomate, arúgula y pepino), las tres propuestas apoyadas en la mejor materia prima. Tres elaboraciones de resultado soberbio.

    Todo lo que hay en el plato tiene sentido, lógica y, como dije, sentido común, para lograr un menú irreprochable, con enorme respeto por el producto.

    Por algo, durante muchos meses, cada plato presente en la carta se estuvo trabajando en un laboratorio interno y en la cocina central de Lizarrán en España, me revela Sofía, quien enmarca la filosofía del restaurante: «que el cliente que venga se lleve una experiencia única, que recuerde Lizarrán por el sabor que ha encontrado, por el espacio tan agradable y por su trato personal, familiar y agradable».

    Y eso lo cumple con creces Lizarrán en Hialeah: un viaje vibrante a la cocina de las tapas y raciones que trenza tradición, calidad y estética.