El sacristán de una parroquia caraqueña atrapada en el tiempo

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    Rodolfo Valdivieso prácticamente concentra su vida en las cuadras cercanas a su casa.  Vive en una parroquia de Caracas que parece atrapada en el tiempo, como un pueblo en medio de la ciudad. Pocos metros separan su residencia de la  Iglesia Divina Pastora, que da nombre a ese sector pintoresco de la capital venezolana.

    Dice que desde “los tres días de nacido” está en este templo. Con una madrina de agua que era hermana Carmelita y una familia muy católica, este hombre de 47 años se dedica a servir a otros como sacristán y secretario del despacho parroquial. No quiso ser sacerdote, nunca se ha casado, no tiene hijos, pero sí 20 ahijados de confirmación que compensan sus afectos.

    Su devoción por la virgen de la Divina Pastora  y  por su parroquia es inamovible, al punto que asegura que no soporta pasar mucho rato fuera de su entorno. Plenitud es la palabra con la que define su existencia.