HispanoPost estuvo varios días con el frente de guerra número 18 de las FARC, y lo acompañó en el momento que sus jefes supremos y el Presidente Juan Manuel Santos anunciaron desde La Habana la firma definitiva de la paz. A partir de ese momento comenzaron a dejar de ser un grupo alzados en armas y entraron a un proceso de incorporación a la vida legal lleno de inquietudes, miedos y esperanzas.
Este frente opera en el noroccidente colombiano, en Ituango, Antioquia con alrededor de 300 combatientes.
El miedo principal de los guerrilleros que dejan las armas es que las poderosas bandas criminales de extrema derecha que existen en el país y las Fuerzas Militares los exterminen, como ocurrió con el partido Unión Patriótica, creado en los años 80 para que esa misma guerrilla se incorporara a la sociedad durante un proceso de paz que fracasó.
Encontramos a jóvenes que ingresaron a las filas de las guerrillas siendo casi niños y ahora se preparan para ir buscar a sus familias y ser ciudadanos del común. Para muchos de ellos la guerra ha sido solamente el ambiente que les dio Colombia desde que nacieron y creen que no tienen de qué arrepentirse aunque algunos están de acuerdo con que deben pedir perdón por su participación en la guerra. Un alto grado de guerrilleros son hijos, nietos y sobrinos de combatientes en regiones donde la vida se rige por medio de la violencia ante la ausencia del estado.
La paz de Colombia ya está plenamente pactada pero apenas comienza a construirse.
