Esther Perozo, una artista plástico que no cree en musas

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    Esther Perozo ganó su primer premio cuando tenía 8 años. Desde los cinco estuvo en contacto con el mundo de las artes en su natal Maracaibo, en el estado Zulia, al noroeste de Venezuela. Bajo la influencia de un abuelo escultor y con la «felicidad» de vivir al frente del Circuito Artístico, comenzó a formarse cuando tenía tan solo 5 años.

    “Ay, que la musa! Eso es mentira! Eso no existe!”, dice sin remordimientos. Está convencida de que un artista plástico debe investigar antes de expresarse. “Si uno no investiga está dormido”.

    En el taller de su casa, descubre algunas obras suyas de las que, confiesa, ni siquiera se  acuerda. Es dibujante, pintora, grabadora. “Una artista completa”, que al repasar su pasión concluye que no tuvo suerte.

    En los años 70 se abrió paso en medio de la discriminación de la mujer en las artes y entre sus maestros se encuentran pintores venezolanos destacados como Alirio Rodríguez, Neptalí Rincón y Alirio Palacios. En los cursos  libres que realizó en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, destacan maestros como Pedro Ángel González, en dibujo y pintura,  así como Francisco Narváez, en escultura.

    Perozo, quien también se graduó en Artes Plásticas en la Universidad Central de Venezuela en 1997, está un poco alejada de su pasión. El mundo del arte en Venezuela siempre le ha resultado hostil. La chispa que la movió alguna vez la busca ahora en las aulas de clases, en sus estudiantes.

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