Su mensaje no tranquiliza
Felipe VI no ha sido Juan Carlos I
Hace 36 años el Rey Juan Carlos I habló con contundencia, serenidad, claridad y decisión sobre los hechos que estaban sucediendo en el Congreso de los Diputados esa famosa noche del 23 de febrero. Tejero, el del bigote, el de «todo el mundo al suelo» intentaba cercenar la independencia que todos los españoles habían conseguido sobre una dictadura. Quiso acabar con la democracia, joven y sin apuntalar todavía en aquellos años.
Ese mensaje de Don Juan Carlos actuó como un masaje relajante. El problema, horas después, dejo de serlo.
Hoy he rememorado aquello al ver a su sucesor, su hijo Felipe, Felipe VI, frente a las cámaras para lanzar un mensaje a todos los españoles, incluyendo por el momento a los catalanes.
Me ha parecido «el hombre blandengue» con el ceño fruncido para aparentar ese cabreo, que no dudo que lo tenga, pero podría haber aprovechado esos minutos de gloria para ser contundente. No lo fue. Se quedó nadando en las aguas más tranquilas del maremoto catalán: solidaridad, garantía, derecho, estabilidad económica, afectos…
Ha sido una torta ligera al gobierno catalán a pesar de que el propio Felipe VI considera este momento como el más grave vivido en 40 años de democracia. Estaría bien que se hubiera acordado de su padre.
Felipe VI ha perdido una oportunidad en estos años en que cada día se cuestiona su utilidad. Salir al escenario en un momento como el que estamos viviendo y no decir nada que obligue a la reflexión es no tener conciencia ni memoria histórica, aunque sea pequeñita.
Me suena que más de una guerra se inició de manera similar… y no hay que salir de España y sus guerras civiles. Mi pequeña memoria me lleva a Eslovenia, a la guerra de los Balcanes, a Kosovo, etc. Saber que actitudes como la de los rebeldes catalanes es dañina para todos es obligatorio, y esperar de un Rey que sus palabras remuevan la conciencia de muchos también es algo que debe darse por supuesto. Pero no lo ha sido; lo ha aparentado. Esos puños cerrados levantándolos de vez en cuando, esas frases como «es responsabilidad de los poderes legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional» debieron estar acompañadas de credibilidad en primer lugar y de resultados después. Nos hemos quedado con una portada para un periódico, pero no hay poso, no hubo el seniority que a este Rey se le supone. Mañana nadie se acordará.
Si nos queremos creer lo contrario adelante, en momentos como este siempre conviene un tranquilizador, saber que el macho alfa responde y actúa, pero el «entendimiento, la concordia y la responsabilidad» que pidió esta tarde el monarca, debieron establecerlo otros mucho antes.
Felipe VI no ha sido Juan Carlos I. Leo en muchos sitios que sus palabras han tranquilizado a los ciudadanos. A mí, no.
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