HispanoPost pudo conocer la historia de varios pacientes ingresados en el Hospital San Juan De Dios. El principal centro asistencial publico de la ciudad de Gautemala.
Juana Isabel Galicia tiene 66 años y se ha pasado media vida trabajando como empleada doméstica para una familia en Ciudad de Guatemala. Tras enfermar de artritis reumatoide, dejó de usar las manos y ya no pudo caminar, por lo que ingresó en el Hospital San Juan de Dios. La familia con la que vivió y a la que atendió siempre sus necesidades, se ha negado a recibirla en su casa, debido a su discapacidad para poder trabajar y por eso la ingresaron en el centro asistencial.
Sergio Francisco Morales tiene 59 años y le faltan las piernas. Apenas balbucea y no se vale por sí mismo. Un familiar le dejó en Emergencias de adultos del Hospital San Juan de Dios e indicó a los médicos que iba a aparcar el coche y que volvía en unos minutos. Nunca más regresó, ni dejó datos del paciente, por lo que ingresó como XX. A través de las investigaciones realizadas por el departamento de trabajo social del centro sanitario, se averiguó el nombre del paciente y se localizó a uno de sus hijos, quien aseguró que no podía hacerse cargo de su padre.
María Leticia Santiago tiene 61 años e ingresó en el citado Hospital tras recibir una paliza cuando dormía en la calle. Tras curarse de las heridas, señaló a los médicos que su madre vivía en el barrio El Gallito de la zona 3 de Ciudad de Guatemala, por lo que las trabajadoras sociales se desplazaron a esta zona. Allí los vecinos reconocieron que sí conocían a María Leticia, que era una indigente del barrio, quien cuando tenía 18 años sufrió graves heridas graves en la cabeza tras desplomarse su vivienda a consecuencia del terremoto de 1976. Al quedar trastornada, su familia la abandonó y desde entonces ha sobrevivido pernoctando en las calles.
Estos son únicamente tres del medio centenar de casos de personas abandonadas que se registran cada año en el principal hospital público de Guatemala, donde las trabajadoras sociales se dedican a buscar a sus familiares. En caso de que sea imposible encontrar a las familias o éstas se nieguen a acoger a los pacientes una vez curados, se trata de ingresarlos en alguno de los dos hogares públicos para ancianos que existen en todo el país.
Así lo explica la trabajadora social de Medicina de Mujeres del Hospital San Juan de Dios, Pilar Rodas, quien lamenta que todos los hogares públicos están saturados, al tiempo que recuerda que solo acogen a personas mayores de 60 años, por lo que el mayor problema se encuentra con los pacientes menores de esta edad que no cuentan con ningún respaldo familiar.
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