La Alta Política, un antídoto contra la desesperanza

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Yo soy una venezolana que vive en Venezuela. Muchos de los que leerán este artículo probablemente sean como yo. Ciertamente, a nosotros no nos ha tocado aún tomar la decisión de experimentar el desarraigo obligado. Nosotros aquí lidiamos a diario con otros dolores no menos punzantes, pero puedo asegurar que quizá el más intenso es la desesperanza.

La creación de la desesperanza como arma política ha doblegado la voluntad de pueblos enteros. No es necesario que explique en esta columna ningún ejemplo. Todos conocemos los fundamentos de la filosofía Goebbeliana. De hecho, una de las facultades de la desesperanza – y por eso es tan poderosa- es que nubla el pensamiento, desordena las emociones y doblega la creatividad. En pocas palabras, socava el mundo de las ideas.

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Hay quienes desde el variopinto mundo opositor terminan reafirmado –sin querer como es bueno suponer- la estrategia del gobierno del Nicolás Maduro, al exacerbar la retórica de que aquí en el país ya no hay nada qué hacer.

Por eso, se infundió la idea de que las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos y los gobiernos que conforman la Unión Europea harían desaparecer a Maduro. Y si no resultaba así, pues los marines arribarían a los principales puertos del país para hacer lo que era necesario: Tomar el control de la nación. Nada de eso ha ocurrido y probablemente no ocurrirá.

Parte de la oposición venezolana asumió una actitud -que en nada difiere de esa conducta chavista prepotente- que mira al que difiere de su posición como un ser moralmente inferior. Y así llegamos a estas fechas, y ahora tratan de imponer la idea de que luego del 10 de enero de 2019, Maduro será más ilegítimo de lo que hoy en día ya es.

Esto último no deja de ser cierto, pero entre usted y yo vamos a ser francos: Aquí vendrá un 11 de enero y un 12, y así se nos irá el mes completo. Mientras, nuestros chamos seguirán padeciendo de hambre, la luz continuará yendo y viniendo dañando los pocos enseres que quedan buenos. Usted se seguirá bañando con tobito. La carne, el queso y los huevos escaparán del poder adquisitivo de todos y las medicinas -si las encuentra- serán impagables.

Es bien sabido que las sanciones tienen un tope de eficacia y que sancionados podemos sobrevivir largos años; así ha sido en países como Irán o Turquía. Al final los estragos de esas sanciones los paga la población. Sí, la población que no es otra cosa que ese señor que se monta en una perrera para poder llegar a un trabajo, y cuyo sueldo se lo come la hiperinflación, él es la víctima.

No es casual el cambio de actitud de algunos gobiernos como el de Estados Unidos; o la posición más cuidadosa de la Unión Europea; e incluso el cambio en el discurso del presidente de Colombia, Iván Duque. En pocas palabras, nos han dicho que los venezolanos tenemos que resolver nuestros problemas nosotros mismos.

Sí, lo que escribo aquí es un poco decepcionante para los sectores radicales del madurismo y de la oposición. Unos porque han hecho los grandes negocios y se mantienen cómodos en su status quo; y los segundos porque han logrado que sus voces se escuchen en las altas esferas internacionales e incluso se ha engolosinado con la idea de asumir un poder no se sabe cómo.

En diciembre habrá nuevamente elecciones de concejales y créame que la gente va a ir a votar sin importar que los partidos políticos se hagan la vista gorda con esta nueva convocatoria. Aun cuando el Consejo Nacional Electoral siga intacto y Smartmatic no esté presente. Una de las razones que puede explicar esto la muestran los estudios de opinión. En líneas generales, la mayoría de los venezolanos necesita que los inconvenientes del día a día le sean resueltos. Quieren una solución a los problemas que los afectan directamente, desean acuerdos negociados para salir del conflicto pero sobre todo anhelan paz.

El gobierno de Maduro sabe que las tiene difícil con seis años de gobierno por delante. Acusado de violación de los derechos humanos, con un entorno internacional que los mira de cerca y con la crisis económica más profunda luego de la Guerra Federal. La merma en los ingresos petroleros mantiene nerviosos a los burócratas del Estado porque no solo es que no hay efectivo, sino que tampoco existen vías de financiamiento; y lo que es peor: Si las hubiera, las cuentas bancarias de Pdvsa y de la República están bloqueadas.

La oposición tampoco la tiene fácil. Desmembrados, habiendo cerrado la vía electoral, y peleándose  e insultándose todo el día por redes sociales, han conducido a la gente al hartazgo

El entorno internacional se ha dado cuenta que chinos y rusos están presentes en Venezuela y que llegaron para quedarse, sin importar qué gobierno esté. Sus estrategias son a largo plazo y bastante pragmáticas. La obtención de la materia prima es su prioridad y ante la ausencia de los cubanos han venido a sentarse en sus sillas.

Este detalle para nada debe ser ignorado a la hora de analizar lo que sucede en Venezuela. Por eso –solo en parte- el interés de la comunidad internacional en impulsar tímidamente un entorno favorable para negociar acuerdos que permitan impulsar cambios definitivos en Venezuela. Quizá, por fin llegó el momento de la Alta Política. No la del engaño y el cinismo impulsada por Jorge Rodríguez y sus camaradas en República Dominicana y alimentada por unos partidos que se mentían entre ellos mismos. No, esa no.

La Alta Política no significa la reconciliación y el olvido. Es más bien la capacidad de actuar bajo la buena fe y ante un interlocutor o mediador de alta envergadura y respeto. Es el quehacer diplomático bajo un compromiso de buena voluntad para lograr lo único que debería importarnos a todos: Sacar al país de la crisis económica, social e institucional que lo mantiene apaleado.

En una Venezuela golpeada por la desesperanza puede surgir una propuesta para la resolución del conflicto que seguramente será duramente atacada por radicales de lado y lado. Pero la realidad está allí y, se quiera o no, hay un antiguo cónclave interparlamentario llamado Grupo de Boston que cuenta con amplio respaldo internacional  y que -al menos- pudiera intentarlo.

No olvide ver nuestros reportajes en: www.hispanopost.com

TAGS: #AltaPolitica #Venezuela #Politica #Smartmatic #NicolasMaduro #RepublicaDominicana #GrupoDeBoston #JorgeRodriguez #CNE #Elecciones #Goebbeliano

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