Pedro Sánchez, como Pablo Escobar, se resiste a su entrega. El socialista, como el mítico narco, se ha encerrado en la que ya es su propia cárcel: la sede del Partido Socialista de España (PSOE). Los miembros de la Ejecutiva del PSOE han abandonado al líder cansados de su entorpecimiento político en los últimos meses. Diecisiete han sido, la mitad más uno, los que han dicho «hasta aquí llegamos» después de casi un año de bailes con casi todos: con la fea, con la vieja, con la joven. Se le han terminado las hojas de su carnet de baile y no se ha dado cuenta de que no ha convencido a nadie. Ha sacado a bailar a todos menos a uno, el que podría haber satisfecho al menos uno de los mas obvios objetivos del efebo Sánchez: el protagonismo, el poder, el sillón. Rajoy se ha quedado compuesto y sin novio… aunque realmente no lo necesita. Su estratégica paciencia y observación está dando el fruto que buscaba: su afianzamiento y crecimiento. A pesar de todo, a pesar de todos, el gallego mantiene la cabeza alta.
Pero volvamos al protagonista del día, a ese de quien Felipe Gonzalez ha dicho hoy mismo que le engañó, que le mintió sin necesidad. A este pájaro que no quiere apearse de su cargo. Este guapo sin sal que es Pedro Sánchez.
La ambición del socialista y sus irreales e irresponsables objetivos para lograr un gobierno de cambio han provocado una guerra interna difícil de sofocar dentro del partido. Como hicieron los sicarios de Escobar, los miembros de su Ejecutiva le vinieron advirtiendo. Oídos sordos. A diferencia del colombiano, que eliminaba de raíz las voces en contra, han sido los contrarios los que han dado el paso de abandonarle para provocar su caída. Como un animal herido, se revuelve en su guarida dando los últimos estertores. Esperando que un milagro de su militancia, si le queda legalidad para convocarla, le salve el cuello. De lo que no se da cuenta Sánchez es que esa militancia no es tonta, ni ciega ni sorda. Son gente con criterio que como todos están hartos de este año sin gobierno. Da igual de quien, pero sin gobierno.
El militante, en general el ciudadano español, está cansado de casi doce meses de escuchar lo mismo. La vida política española se ha convertido en un interminable Día de la Marmota. Siempre lo mismo, siempre los mismos.
Por eso, cuando suceden cosas como lo de hoy, cuando te abandona tu equipo de gladiadores, lo más razonable hubiera sido una dimisión tal como deslizó también hoy el expresidente Felipe González.
El lugarteniente de Sánchez, César Luena, ha salido a dar la cara por su jefe. No dimite, no deja el cargo, convocará un Comité Federal extraordinario y consultará a la militancia. De lo que no se dio cuenta el Secretario de Organización Luena antes de ponerse delante de los micrófonos es que ya no tiene poderes para hacer todo eso. Ni él ni nadie. Ya no es Secretario de Organización según las voces de los críticos. Se ha quedado sin Ejecutiva y sin ella no hay posibilidad de tomar decisiones.
Escobar, desde su jaula de oro, siguió dirigiendo su organización… hasta que los suyos propios le dejaron caer. Salvando las distancias, sería bueno esperar que Pedro Sánchez abandonase su jaula y dejase entrar un pájaro nuevo, que no tendría por qué ser mejor pero al menos sería nuevo.