El tatuaje estuvo, durante muchos años, prohibido en la Cuba comunista. Los medios oficiales convertían en criminales sociales a quienes lo tenían y mostraban públicamente, mientras que las instituciones culturales perseguían y censuraban a los artistas que pintaban sobre piel. El tatuaje era muestra de una conducta antisocial, aseguraban. Pero los tiempos van cambiando en el país. El estudio de tatuajes La Marca, en La Habana Vieja, así lo demuestra.
Fue el primero de estos negocios que abrió en Cuba, de la mano de Leo Canosa y Ailed Duarte, un matrimonio de artistas que decidieron romper tabúes y abrir su propio local para hacer tatuajes en pleno casco histórico habanero. Y tiempo después no se han arrepentido. Son una simbiosis entre lo que llaman arte corporal y otras manifestaciones artísticas, y han creado su propia filosofía: un tatuaje personalizado, mezcla de lo que quiere el cliente y lo que le sugiere el artista.
