El sistema de la Fuerza Armada Nacional es inestable, así lo sostiene Rocío San Miguel, presidente de la organización Control Ciudadano. Está afectada por el número de efectivos presos, de desertores y de acciones permanentes contra la oficialidad.
Cerca de 1.300 uniformados están sometidos a algún tipo de persecución: unos 300 están presos por razones políticas, otros 300 sometidos a investigación en el último año y unos 700 oficiales bajo seguimiento de manera cercana.
De acuerdo con San Miguel, estos son elementos que evidencian la fragilidad de la Fuerza Armada o al menos sustentan las dudas que existen sobre su identificación con Nicolás Maduro.
Frente a cada momento de debilidad y cuando los rumores revelan divisiones dentro de la FAN, Maduro intenta mostrar mayor cohesión en ella. Lo hizo antes y lo hace ahora, pero luego del alzamiento del 30 de abril decidió hacerlo alejado de riesgos reales, en un ambiente controlado y con la sobre exposición del simbolismo militar.
Asegura San Miguel que Maduro no le ha hablado al país, lo ha hecho a la Fuerza Armada para decirle que sigue en el poder. Está jugando con los recursos que cuenta. Disminuido, pero activo, agrega.
Tiene miedo a cualquier tipo de fractura en la Fuerza Armada y a la actuación de los mandos con poder fuego en la institución, dice.
No en vano, el mismo Maduro se comunica con los jefes de operaciones, especialmente lo que actúan en el control del orden público. De los 300 destacamentos que pueden existir, él ejerce control directo sobre al menos unos 50, lo que sería suficiente para enviar el mensaje sobre el seguimiento y la vigilancia, estima.
Algunas otras cosas han pasado para que la Fuerza Armada no termine por apoyar a Juan Guaidó. Opina San Miguel que la aproximación que ha venido haciendo este sector hacia la institución no es la adecuada. No sería suficiente la promesa de Ley de Amnistía, debe trabajarse en lo símbolos de orgullo de la FAN.