No existen cifras oficiales, ni tampoco extraoficiales, para documentar las muertes violentas registradas en la Gran Caracas durante el apagón. Al difícil acceso a la información que cada vez es más cuesta arriba, en las inmediaciones de las afueras de la morgue de Bello Monte, se suma la inoperatividad que hubo en la principal medicatura forense de Venezuela debido al corte en el suministro eléctrico.
No todos los cuerpos por muertes violentas: homicidios, suicidios y accidentes de tránsito fueron trasladados a la morgue de Bello Monte durante el apagón. Algunas autopsias se realizaron en las morgues de hospitales. Otros cadáveres, sin embargo, tienen más de nueve días sin poder ser retirados por sus familiares de la medicatura forense de Caracas.
La falta de sistema en la morgue de Bello Monte, cuando falla la electricidad, no ha permitido realizar los trámites de identificación de las víctimas a través de conexiones con el Saime y el Consejo Nacional Electoral. Por falta de agua tampoco se han podido realizar todas las autopsias, aseguran fuentes extraoficiales consultadas por HispanoPost.
Habitualmente los procesos de autopsias y de reconocimientos de cadáveres en la morgue de Bello Monte no son rápidos, por falta de personal. Pero estos procedimientos se han demorado aún más de lo habitual durante el apagón. Esta semana que inició el lunes 11 de marzo el trabajo ha podido avanzar, pues en la medicatura forense se han surtido de agua con un camión cisterna. El domingo fue trasladada a esa dependencia una planta eléctrica que este jueves, una semana después del apagón, fue instalada por personal de una empresa privada que no depende de Corpoelec.
Aidee Escalante es una de las personas que está por cumplir una semana en la espera de poder retirar el cuerpo de un familiar. Su sobrino Maikel Alexander Berroterán Escalante, de 19 años de edad, fue asesinado el viernes 8 de marzo en la cancha deportiva del barrio El Progreso, ubicado en Palo Verde, Petare.
Dos presos muertos durante el apagón
Dos presos murieron en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana que están ubicados en San Agustín del Sur, en Caracas, durante el mega apagón que afectó a todas las regiones de Venezuela. Las dos muertes se registraron en un lapso de 72 horas.
El primer recluso que murió fue Jesús Alberto Méndez Martínez, de 20 años de edad. Aunque el interno falleció el viernes 8 de marzo, su cadáver fue ingresado en la morgue de Bello Monte el sábado en la madrugada. Su traslado se demoró debido al corte en el suministro eléctrico.
Aunque Méndez fue asesinado, se desconoce si el preso fue ultimado por sus compañeros de celda o por funcionarios policiales. Sin embargo, fuentes extraoficiales refirieron que el difunto tenía una contusión en el rostro y marcas en las muñecas, pues se presume que estuvo esposado. Un patólogo explicó que, aunque el recluso fue ingresado como causa de muerte por investigar se determinó que fue golpeado y colgado de los brazos por un tiempo prolongado, por lo que no descartan que policías de la PNB estén implicados en el crimen.
Amanda Pérez conoció este jueves 14 de marzo que su hijo Daniel Pérez, de 19 años de edad, murió el lunes 11 de marzo por tuberculosis e insuficiencia respiratoria en la sede de la Policía Nacional de San Agustín del Sur.
Pérez fue apresado el 17 de abril de 2018 por estar implicado en el robo de un celular. Desde que fue aprehendido estuvo preso en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana ubicados en la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, en Boleíta.
Su madre relató que en ese centro de detención preventiva tuvo complicaciones de salud: «En la PNB de Boleíta estaba amarillo, vomitaba sangre y siempre estaba enfermo (…) El 20 de febrero de este 2019 fue trasladado a los calabozos de la PNB en San Agustín del Sur y, aunque allí llegó a tener mejor semblante, nunca tuvo buenas condiciones de reclusión.
Amanda Pérez cuenta que a su hijo lo tenían en un pasillo aislado del resto de la población junto con otros presos que tienen tuberculosis: Tienen que revisar esos calabozos. Hay mucha gente enferma. Esos policías no tienen corazón. No es posible que nunca me dejaron sacar a mi hijo allí, porque no me daban un informe médico y así pedir una medida humanitaria.
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