Parkour, el arte urbano en movimiento

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    La técnica de desplazarse lo más rápido posible de un lugar a otro salvando obstáculos, saltando muros y a veces hasta azoteas ideado en Francia en la década de los 80´, ahora se práctica también dentro de espacios cerrados. Desde hace algo más de cuatro años, el Parkour se ha extendido también a los gimnasios e incluso existen academias dedicadas plenamente a la modalidad en Río de Janeiro. El barrio del Jardín Botánico cuenta con uno de estos espacios, ideado por Gian Pomposelli, bajo el nombre de Voltz Parkour.

    Un espacio en el que son convidados todo tipo de practicantes. Desde los más pequeños, 7, 8 o 9 años de edad hasta adultos ya expertos en la modalidad, pero que quieren perfeccionar su técnica. Según Humberto Moreno, instructor en la Voltz Parkour, “el miedo es un factor importante dentro de la práctica, porque es el que nos permite mejorar nuestros movimientos y nos evita errar”.

    Por lo general, los menores y adolescentes tienen menos temor a la hora de saltar de un muro a otro, muchas veces por desconocimiento del riesgo que puede entrañar, por eso los instructores vigilan de cerca a los alumnos y extreman las medidas de seguridad con colchonetas y elementos que amortiguan la caída.

    Para Gian Pomposelli, la existencia de este tipo de espacios cerrados dedicados exclusivamente a la práctica del Parkour hace evolucionar más rápidamente la técnica de sus practicantes “recuerdo que en mí época, yo tenía que entrenar hasta seis meses para conseguir ejecutar un movimiento difícil, hoy en día los alumnos que acuden aquí consiguen hacerlo en pocos días”.

    Pero, el Parkour es un arte urbano, añade Pomposelli, todo aquel que quiere ejercerlo de una forma más completa tiene que llevar la técnica al mobiliario urbano. El espacio solo es un lugar para desprenderse del miedo, el Parkour se debe practicar en la calle también, asegura.

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