Rodrigo Cabezas: Formo parte del 80% que pide un cambio político

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Rodrigo Cabezas fue ministro de Finanzas de Hugo Chávez en el año 2008. Duró trece meses al frente de ese despacho, donde dirigió la primera reconversión monetaria. Cuando la “revolución bolivariana” llegó al poder ya había incursionado en la política: fue diputado del extinto Congreso Nacional en 1990. Diez años después regresó al Palacio Federal Legislativo como parlamentario de la entonces nueva Asamblea Nacional. Fue hombre de confianza en el círculo de poder, alcanzó la Vicepresidencia para Asuntos Internacionales del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Sin embargo, su mayor mérito se encuentra los pasillos de la academia: ha sido durante 37 años docente de Economía en la Universidad del Zulia. Quizás por ese motivo ha visto con horror el deterioro económico que se ha acelerado en Venezuela durante los últimos cinco años; algo que atribuye a la falta de personal calificado en al frente de los principales ministerios e industrias del país. Su postura crítica le ha valido insultos de quienes antes celebraron sus decisiones y su familia, al igual que la de millones de ciudadanos, se ha visto impactada por la crisis que asola a Venezuela.

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-Usted recientemente envió un mensaje que se hizo público en un evento del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, ¿por qué lo hizo?

-Yo estoy incorporado al 80% de los venezolanos que pide un cambio político. Estoy urgido humanamente de que haya un cambio político. Soy un venezolano sencillo, humilde, que estuvo en el poder pero que no robó. Que no tiene empresas, ni contratos, ni riquezas en el exterior, ni bienes materiales y que vive de su ingreso como profesor universitario. Soy parte de una familia que está impactada por hijos migrantes que quiero que regresen.

-Hay palabras que se perdieron en Venezuela. Se perdió la palabra democracia, se perdió la palabra solidaridad, tolerancia, industrialización, progreso, ciencia y tecnología, concordia, debate político. Debemos volver a eso. Entonces estimo que es necesaria una gran confluencia para lograr una salida democrática, constitucional, electoral en Venezuela, que nos permita recuperar a nuestro país. Debemos contribuir para que ese cambio se deba dar siempre apostando a la no violencia, que lo resolvamos de manera cívica los venezolanos, nosotros. No las élites políticas, económicas y militares que decidan por nosotros. Que el pueblo se exprese en elecciones, no que voten  4 millones o 5 millones, sino los 20 millones de venezolanos que estamos inscritos en el Consejo Nacional Electoral.

-¿A qué atribuye usted las causas de la crisis económica que atraviesa Venezuela actualmente?

-Hay una diversidad de causas. Coloco de primero que se observa desde 2014 una conducción no profesional de la política económica de Venezuela. Equipos humanos no competentes al frente de ministerios vitales para la formulación del programa económico, fiscal, monetario y cambiario. En segundo lugar, una absoluta incoherencia en el manejo de la política fiscal y monetaria, que condujo a sustituir un programa de estabilización, cuando comenzaron a caer los precios del petróleo, por la emisión de “dinero de la nada”, llamado inorgánico. Fue casi un tsunami monetario del Banco Central de Venezuela, que nos condujo a una inflación moderada-alta de 50% y posteriormente nos sumergió, desde el último bimestre de 2017 hasta este momento, en la hiperinflación.

-En tercer lugar hay un manejo absolutamente inadecuado de la política cambiaria, a tal punto que se cometió la absurda e inexplicable decisión de mantener durante varios años un tipo de cambio con tres precios oficiales sin tomar en cuenta el mercado negro. Esto por supuesto tuvo unas consecuencias muy graves sobre la construcción de los costos en el sector agrícola, agroindustrial, industrial y de comercio importador, que coadyuvó a la crisis general de los precios relativos en Venezuela. Finalmente, de una manera inexplicable se dejó que avanzara un deterioro operativo y financiero de la industria petrolera en Venezuela, que era y sigue siendo el principal motor de ingresos y de divisas de la nación. Todo esto nos condujo al estado situacional de hoy, que lo refleja básicamente la recesión de cinco años y la hiperinflación.

-El gobierno bolivariano criticó y atacó durante años al mercado paralelo, lo llamó dólar criminal, y hoy fija el precio oficial de cambio al mismo precio del mercado negro. ¿A qué cree que se debe esto?

-La explicación que yo me doy a esta decisión administrativa y no de política económica es que allí alguien les asesoró y dijo que esa era la manera de detener el crecimiento del tipo de cambio paralelo, pero acompañado de una decisión –que entiendo ya están desechando- que fue el extremo de la política de encaje a 100% del excedente. En el muy corto plazo, ha podido represar el crecimiento del tipo de cambio, pero no detiene la inflación que se corresponde con causas mucho más complejas.

-¿Por qué cree que no se tomaron antes medidas para detener el crecimiento del diferencial cambiario?

-Las complejidades macroeconómicas de Venezuela comenzaron a observarse en 2014. Al término de ese año ya se apreciaba un escenario de caída de la actividad económica en general, de hecho fue el primer año de recesión económica. Se hicieron las alertas correspondientes. Ya en 2016 era urgente una restructuración y refinanciamiento de la deuda externa de Venezuela, hicieron caso omiso. Eso no estaba en el campo de lo político sino de la Ciencia Económica. Fue un manejo no profesional de la política económica y creyeron que con medidas administrativistas, decisiones negativas de supervisión, persecución de empresarios, de atosigamiento del mercado, era posible contener precios, aumentar producción o detener la inflación. Cosa que obviamente no lograron y se ha demostrado claramente en estos cinco años de crisis.

-¿Hubo entonces un fracaso del modelo económico de control del gobierno venezolano?

-Hubo una total equivocación en el manejo de la crisis económica por no utilizar los instrumentos que la Ciencia Económica proporciona para estabilizar cuando hay crisis, particularmente de ingresos, de producción y de comportamiento de precios anómalamente. Por tanto, al recurrir a decisiones administrativas fundadas solamente en el control y la represión del mercado, volvió a quedar demostrado que no sirve para estabilizar ni mucho menos para que crezca la economía.

-¿Qué propone usted para la recuperación del país?

-Hemos llegado a un punto tan delicado y dramático desde el punto de vista estrictamente humano, que un economista que diga en este momento de la coyuntura venezolana que la solución está solo en el cambio de la política económica, estaría mintiendo. Cualquier estrategia económica de estabilización, recuperación del PIB, derrota de la hiperinflación, recuperación de la actividad industrial petrolera, refinanciamiento de la deuda externa de la República, regreso al sistema financiero global, no se puede implementar si no se resuelve el problema político.

-Al lado de la recesión, la hiperinflación, del impago de dudas, de la caída de la actividad petrolera, de los problemas financieros que tenemos, se suma el bloqueo económico financiero, que está originado en una grave crisis de legitimidad política y este prela, para mí, cualquier política económica que se vaya a aplicar. Resuelto ese problema que supone un cambio político, una transición política, la principal prioridad de estabilización macroeconómica en Venezuela es detener la hiperinflación que está destruyendo el salario y por tanto la capacidad de los venezolanos para comer bien, para comprar sus medicinas. Está destruyendo la inversión y la posibilidad de producir alimentos, vestido, calzado, los bienes necesarios y está destruyendo la capacidad del gasto público de poder tener un efecto multiplicador sobre la actividad económica.

-El punto de partida es un tipo de cambio que pueda ser anclado a unas reservas internacionales óptimas, poderosas, no a un invento como es el Petro. ¡Por el favor de los dioses! Estabilizando el tipo de cambio por dos años usted detiene la hiperinflación, pero al mismo tiempo ordenando al Banco Central de Venezuela que detenga la emisión de dinero de la nada o de dinero electrónico de la nada, para que no contamine el sistema de precios de la economía nacional. Para mi esa es la prioridad desde el punto de vista económico-humano.

-Y una segunda cosa que nos golpea con urgencia en cualquier programa de estabilización macroeconómica tiene que ver con la recuperación de la actividad petrolera. Los acuerdos jurídicos, políticos y económicos que nos conduzcan a recuperar nuestro promedio histórico de 2,9 millones de barriles de petróleo diarios y que reforzaría el programa de macroestabilización por el lado de los ingresos para que nuestras reservas internacionales puedan ser garantes de un tipo de cambio estabilizado.

-¿De qué manera las sanciones a Pdvsa y a los bonos de Pdvsa han tenido una incidencia sobre la economía venezolana?

-Este es un tema polémico por el alto grado de polarización en que está sumergido el hecho político venezolano, pero si intentas verlo con la objetividad de mi profesión como economista, puedes separar dos cosas: las sanciones a personas por corrupción, narcotráfico. Las acusaciones que han hecho la Unión Europea y Estados Unidos son sanciones personalísimas que no tienen impacto sobre la actividad económica. La otra parte son las sanciones que se adelantaron desde el último trimestre de 2017 en el plano económico, que fueron bloqueando la posibilidad de acceder al mercado financiero. Lo primero que apareció fue la ausencia de bancos corresponsales progresivamente, tanto en Estados Unidos, Canadá, como en la Unión Europea, y posteriormente otro cuerpo de decisiones financieras sobre el manejo de nuestros títulos.

-Es evidente que eso impacta a un país que es fundamentalmente monoexportador, porque de cada 100 dólares que nuestra nación recibe 97 dólares son petroleros; y luego las limitaciones que tenemos en las importaciones, la capacidad de importaciones que golpea la oferta nacional, sin duda tiene impacto. Al mismo tiempo el manejo financiero de nuestra industria petrolera se ve afectado por la capacidad de mover sus títulos, igual que la República, que sus títulos en este momento no pueden ser transados.

-Para comenzar a recuperar la economía venezolana, antes que aplicar cualquier programa de estabilización macroeconómica que nos lleve de vuelta al mercado financiero internacional y a las multilaterales, la situación política debe arreglarse; para que las sanciones puedan ser suspendidas y nuestra economía pueda volver a la globalización mundial.

-¿Cree que fue un error haber colocado a militares en sectores clave de la economía venezolana?

-La primera gran razón del declive, del fracaso en la conducción de la economía venezolana por parte del gobierno del presidente Maduro fue el no tratamiento profesional, del manejo de espacios clave de la economía, uno de ellos el petrolero. Pasará a la historia un tiempo en el que sorprendentemente los venezolanos vimos cómo un general de la Guardia Nacional conducía la industria petrolera de Venezuela. Eso es inexplicable, no tiene sentido ni justificación.

?-¿A qué se debe el colapso y el quiebre de las empresas estatizadas?

-No lo veo con el dogmatismo o los prismas ideológicos de la derecha o la izquierda. Creo que hay empresas estratégicas que el Estado pudiera administrar y administrar bien, pero cuando se adelanta un proceso de expropiación sin plan, sin coordinación y el resultado inmediato comienza a ser una caída de la actividad productiva o de la calidad que tenían esas empresas, en mi opinión ha debido ser urgente, vital, una revisión. Lo que ha pasado es que los procesos gerenciales no fueron adecuados, la corrupción dominó y el clientelismo político-partidista se hizo eco de ello. Allí ha debido funcionar un principio que muchos izquierdistas radicales confunden con un postulado capitalista, pero que no lo es ni en Argentina, ni en Vietnam ni en Cuba que son sociedades conducidas por partidos comunistas. Me refiero a que todo esfuerzo productivo debería ser rentable. No es un tema de la ganancia capitalista ni de la explotación, sino de la rentabilidad del proyecto, de su sustentabilidad. En las expropiaciones de Venezuela, tanto una parte importante del sector agrícola como del sector primario manufacturero y el de la siderúrgica, se vulneró este principio de que fueran rentables. No lo cuidaron y por supuesto el balance hoy no es positivo.

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