Tuvo que pagar 200 euros para alquilar su propia casa por una noche

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    A Montse Pérez un día el inquilino de su piso de la Barceloneta no le respondió a sus llamadas cuando quiso contactar con él para que cambiara de nombre los suministros de la vivienda. Tras la imposibilidad de contactar con él, se dirigió al inmueble y los vecinos la alertaron de que de su casa salían y entraban a menudo jóvenes con maletas.

    Montse empezó a sospechar y al entrar en la página de alquileres de apartamentos turísticos Airbnb confirmó sus sospechas: su vivienda figuraba entre la oferta de pisos de  Barcelona y, desde hacía más de tres meses, estaba siendo alquilada por turistas sin su conocimiento y de forma totalmente ilegal, pues el contrato firmado entre ella y su inquilino contempla explícitamente la prohibición de realquilar la vivienda.

    Montse decidió alquilar ella misma su propia casa a través de la plataforma, después de que Airbnb se negara a retirar el anuncio de su inmueble. Una vez dentro, ha cambiado la cerradura y se ha puesto en contacto con la policía y el Ayuntamiento de Barcelona, que están mediando para que no caiga sobre ella el peso de la ley, pues ahora mismo, Montse es una okupa en su propia casa.

    Este caso ha destapado una red mafiosa en Barcelona dedicada a engañar a propietarios de viviendas, alquilando sus inmuebles con contratos residenciales para después realquilarlos a turistas de forma ilegal. Ésta es una de las consecuencias negativas que está teniendo para la ciudad de Barcelona la plataforma Airbnb.

    Al alquiler ilegal de pisos se suma además de la llegada de un número insostenible de turistas que supera la capacidad de acogida de la ciudad.

    La lucha de Montse continúa a día de hoy, parapetada en su propia casa.