En un bus caraqueño su viaje puede durar cinco o 15 minutos, pero seguro se encontrará con alguna persona que quiera venderle algo. Ungüentos, golosinas, lápices y hasta podrá disfrutar de una canción. En Venezuela la gente se ha reinventado y en cada esquina se puede observar cómo los ciudadanos huyen del hambre y tratan de trabajar en lo que sea.
Los comerciantes de camionetas -como llaman en Caracas a este medio de transporte- no tienen dos días en la calle, sin embargo en los últimos dos años se han proliferado a tal punto que en un viaje de 10 minutos usted se puede encontrar hasta tres vendedores.
Algunos pasajeros compran lo que les venden, otros los miran con recelo por miedo de que sean delincuentes, quienes también usan este tipo de transporte para robar a los ciudadanos.
Detrás de cada vendedor hay una historia, una familia, todos luchan contra la crisis, todos quieren mejores oportunidades. Mientras esperan siguen en su profesión a cuatro ruedas. No son conductores, pero sin los buses todo les sería más dificil.
