Desde un televisor de pantalla plana de 80 pulgadas, en el amplio salón de la planta baja del Centro Comercial Carlos III, en el corazón de La Habana, Gente de Zona, Enrique Iglesias y Descember Bueno, cantan La gozadera a excesivos decibeles.
Decenas de niños juegan en máquinas electrónicas tras pagar sus padres el equivalente a 25 centavos de dólar. Una nube de humo de cigarrillos se mezcla con el olor del pollo frito y tubos transparentes de cerveza ocupan casi todas las mesas. El bullicio marea.
Tres amigos venezolanos que beben cerveza clara, de reojo observan el videoclip de La gozadera. Están a la caza de clientes. Se dedican a ‘raspar la tarjeta’. Uno de ellos, residente en un barrio al este de Caracas explica:
Desde que el gobierno de Chávez comenzó a controlar las divisas, arrancó el negocio de ‘raspar’ tarjetas de crédito. Es simple. Si estoy de visita en Estados Unidos, por ejemplo, le digo a los que están comprando, que me entreguen los dólares al cash que pago con mi tarjeta de crédito. Les ofrezco un descuento del 10 o 15 por ciento. Esos dólares luego los revendo en Caracas. La operación deja buena ganancia y sirve para mantener a mi familia, y agrega:
En el caso de Cuba, funciona así: uno le ofrece al comprador pagarle con la tarjeta un televisor, nevera o artículo que cueste bastante plata con un descuento del 20 por ciento. Es decir, si una lavadora automática cuesta 760 cuc, el cubano se ahorra 150 pesos convertibles. Después, compro dólares americanos en el mercado negro de cubano, que cuestan entre 94 y 98 centavos de cuc y cuando llego a Venezuela, hago otra transacción monetaria. En una operación suelo ganar el equivalente a dos mil dólares, según la tasa cambiaria del mercado callejero en Caracas. Con esa plata se mantiene a la familia un par de meses comiendo bien. Hermano, el socialismo ha jodido a los dos países, dice risueño.
Aunque la mayoría de los venezolanos que radican en Cuba por asuntos de trabajo se declaran seguidores del extinto mandatario Hugo Chávez, muy pocos con los cuales usted conversa apoyan al impresentable Nicolás Maduro.
En Táchira, de donde soy, a Maduro le decimos ‘toripollo’. Creo que fue Capriles el primero que utilizó ese apodo, y que en Cuba sería tronco de yuca, apunta un galeno graduado en la Isla.
La bestial crisis social, política y económica ha llevado a los venezolanos a buscar diferentes modos de sobrevivencia.
En sus visitas a Cuba, Yesenia (nombre supuesto) suele comprar grandes cantidades de medicinas. Cualquier cosa. Desde aspirina, antibióticos a todo tipo de ungüentos. Luego allá revendo las medicinas. Maduro es un inepto. Ahora mismo, Venezuela está peor que Cuba. Nunca me pasó por la cabeza que íbamos estar así, acota.
Sergio confiesa que si fuera posible, se dedicaba a ‘bachaquear’ (revender) combustible en Cuba. Ganaría una montón de plata. Pero ustedes son una isla, compa. Yo gano unos dólares extras comprando comida a una mayorista que le vende a mi empresa (PDVSA) que tiene una filial en La Habana. Hasta dos veces al mes viajo a Caracas cargado de espaguetis, leche en polvo y comida para mi familia.
Cuenta Yesenia, que antes de que Obama derogara la ley pies secos-pies mojados, un grupo de muchachas venían a Cuba para liga y casarse con cubanos que iban a viajar a Estados Unidos por reunificación familiar. Ya eso no funciona. Pero con el turismo que Cuba tiene, estoy pensando traer unas amigas y ponernos a jinetear, para ganarnos unos dólares.
Ante mi incredulidad reitera: No es broma, hablo en serio. No sería nada nuevo. Ya existen varios casos de mujeres venezolanas en Colombia y Brasil que están viviendo viven de la prostitución.
Entre muchos venezolanos de paso por La Habana se percibe el deseo de que Nicolás Maduro se largue de Miraflores. Es el peor presidente que ha tenido Venezuela. Siempre hubo gente pobre, pero la comida nunca faltó. Mientras más pronto se marche Maduro, mejor, indica Yesenia.