Víctimas infantiles de guerra en favelas claman por la paz

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    Ana tiene diez años y un bonito rostro marcado por una bala que dejó también una huella imborrable en su memoria y que la convirtió en una de las miles de víctimas infantiles de la guerra que se libra en las favelas de Río de Janeiro.

    Como Ana, niños de entre 6 y 11 años de diez colegios de comunidades del norte y este de Río -las zonas más conflictivas- se han expresado sobre la violencia y muchos de sus textos y sus dibujos se publican en la primera página de Extra.

    Sus denuncias son contundentes: «Paren de disparar a las personas», «No quiero tiros, quiero paz», «Paz para la ciudad de Río», «Los tiros matan y no dejan dormir» o «Dios mío, no dejes que las balas lleguen a nuestra escuela».

    Sus trazos infantiles muestran carros blindados disparando, muertos en las puertas de un colegio, tiradores apostados en las azoteas y soles que derraman lágrimas por las víctimas.

    En contraste, bajo la palabra Paz en mayúsculas, los niños se dibujan jugando en plazas y parques, con soles sonrientes, corazones y flores.