Zonas de Paz y megabandas ponen en riesgo a Caracas

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Las «Zonas de Paz» fue un término implementado en el plan impulsado por José Vicente Rangel Ávalos en 2015 cuando era viceministro de Seguridad Ciudadana del Ministerio de Relaciones Interiores.

Este plan consistía en impedir que los cuerpos de seguridad ingresaran a zonas con un alto índice delictivo a cambio de que las bandas entregaran sus armas y se dedicaran a alguna actividad lícita. El plan inició en el estado Miranda, específicamente en Valles del Tuy y Barlovento. Posteriormente se implementó en Guárico, donde mandaba la banda del hoy occiso “El Picure”.

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Como era de esperarse, el plan ha sido un rotundo fracaso.

Desde que iniciaron las Zonas de Paz las bandas se han fortalecido y usan esa especie de «tregua» y «respeto a su territorio» para armarse, reclutar y fortalecer su estructura criminal.

Actualmente en Caracas las Zonas de Paz serían la Cota 905, El Cementerio y parte de El Valle, sectores donde se concentran la mayor cantidad de bandas armadas.

En la ciudad capital, la Cota 905 es la zona más conocida con bandas delictivas activas. En 2016 se realizaron múltiples operativos policiales denominados Operación Liberación del Pueblo (OLP). Estos operativos trajeron problemas ya que muchos de los habitantes se quejaban de abusos policiales.

Luego se creó la Operación Liberación Humanista del Pueblo (OLHP), que buscaba el mismo objetivo: acabar con las bandas de delincuentes, pero sin abusos policiales. Las OLHP también fueron duramente criticadas y al final dejaron de implementarlas.

En 2017 se crearon las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana, que sería la unión de varias direcciones de la PNB donde serían formados con entrenamiento táctico y se enfrentarían a las bandas criminales.

Las FAES han sido las más efectivas en combatir a los delincuentes, pero también las más criticadas por organizaciones de derechos humanos por los métodos utilizados en sus operativos.

En 2017, las FAES realizaron más de 30 operativos en la Cota 905. Sin embargo, el índice delictivo no se logró controlar en la zona.

A finales de ese año, habitantes de la Cota 905 protestaron y pidieron a la vicepresidente Delcy Rodríguez, al ministro Jorge Rodríguez y al ministro Antonio «Potro» Álvarez que prohibieran la entrada de los funcionarios policiales a su sector y que la Cota 905 sea nombrada Zona de Paz.

Los funcionarios aceptaron el acuerdo a cambio de que los delincuentes dejaran de usar las bandas delictivas para cometer sus delitos. Todo el acuerdo fue en vano, a las semanas continuaron los robos, secuestros y homicidios.

El pasado 26 de julio funcionarios del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas realizaron un operativo en la Cota 905. Al final se retiraron por órdenes superiores a pesar de que cinco de sus funcionarios resultaron heridos en el enfrentamiento. Quedó demostrado lo «intocable» que son las Zonas de Paz, pues los funcionarios que intervinieron están siendo investigados.

Comunidades y bandas delictivas

Las bandas no están solas en los sectores que controlan, las comunidades juegan un rol importante en sus vidas. Los delincuentes juegan a ser una especie de «Robin Hood» para mantener el apoyo de sus habitantes.

Lo que sucedió en la Cota 905, que los habitantes pidieran formar parte de las Zonas de Paz, ya había sucedido en El Cementerio en 2016. La comunidad del Primero de Mayo protestaba todas las semanas y trancaba la autopista denunciando abusos policiales, todo con el fin de formar parte de las Zonas de Paz.

Al final lo lograron

Una parte de los habitantes de las Zonas de Paz prefieren el orden implementado por los delincuentes, porque reciben beneficios de las bandas o porque son familiares de sus integrantes. Prefieren el «control hamponil» antes de contar con la seguridad que puedan brindar los organismos del estado. Quienes se opongan dentro de la comunidad a las Zonas de Paz corren el riesgo de perder su vivienda o hasta la vida.

La historia busca repetirse en el sector José Felix Ribas en Petare, que está siendo amenazado de convertirse en una zona de paz. El pasado 10 de junio la comunidad protestó por abusos cometidos por funcionarios de las FAES durante un operativo para dar con el paradero de la banda de «Wilexis».

Un grupo de habitantes del sector exigían formar parte de las Zonas de Paz. Algunos vecinos denunciaron amedrentamiento por parte de la banda del «Wilexis» y personas que no protestaron fueron desalojadas de sus viviendas.

La consigna que gritaban era «El hampa nos cuida, el FAES nos roba». Hasta el momento no se ha concretado de forma oficial que Petare sea Zona de Paz, el riesgo se mantiene ya que el principal precursor de las zonas de paz, José Vicente Rangel Avalos, es actualmente alcalde del municipio Sucre.

¿Quiénes son los que controlan las Zonas de Paz?

La Cota 905 es el centro de las bandas delictivas más grandes actualmente en la ciudad de Caracas. «El Galbis», «El Coqui» y «El Vampi», son los tres nombres que conforman la lista de los delincuentes más buscados, pero intocables, de esa zona.

Carlos Luis Revette, alias «El Coqui», sería uno de los líderes. Está acusado de múltiples cargos de secuestro, robo y homicidio. Durante los operativos realizados por las FAES en 2017 trascendió que estaba escondido en prisiones del interior del país. Cuando nombraron la Cota 905 como Zona de Paz, salió de su escondite en las prisiones y regresó al sector.

Ganó terreno en el barrio luego de que entregara a la policía bandas de poco renombre y él se quedara con sus zonas.

«El Coqui» Realiza actos culturales, fiestas y eventos deportivos en la comunidad. Por encima de «El Coqui» se encuentra «El Galbis» y «El Vampi».

Garbis Ochoa Ruiz, alias «El Galbis», está solicitado por homicidio, robo de vehículos, secuestro y tráfico de drogas. Había mantenido un bajo perfil mediático hasta que comenzó a salir en videos junto a «El Coqui».

Carlos Calderon Martínez, alias “El Vampi”, es otro se los líderes y azotes de la Cota 905, además opera en la zona de Guarenas. En enero de 2016 lideró el asesinato de un inspector del Cicpc en Montalbán. Cuatro meses después, la policía científica arrestó a su compañera sentimental con una paca de dólares. También está vinculado al secuestro y homicidio del manager de la banda de rock Caramelos de Cianuro.

El Cementerio actualmente estaría controlado por Leonardo José Polanco Angulo, alias «Loco Leo». Llegó a controlar la zona luego de la muerte del sucesor de «Lucifer», “Cabeza de Bruja”.

En marzo de 2017, uno de sus rivales realizó un atentado en su contra cuando le efectuaron 27 disparos a su camioneta, pero él no estaba a bordo.

Actualmente el “Loco Leo” controla El Cementerio, parte del 70 en El Valle y zonas aledañas.

En José Félix Ribas, Petare, quien controla el sector es Wilexis Alexander Acevedo Monasterios, alias “el Wilexis”, su control inició en 2014 cuando se dio a conocer por sus actividades delictivas en la zona.

«El Wilexis» recibió atención mediática tras el enfrentamiento con funcionarios de las FAES el pasado 23 de enero. Quedó en evidencia el arsenal que posee durante las 2 horas que duró el intercambio de disparos.

Las FAES en varias ocasiones ha intentado ingresar al sector, pero no han podido dar con la banda y en otras ocasiones la orden es que se retiren.

Futuro de las Zonas de Paz

Hasta el momento es incierto lo que vaya a suceder con las Zonas de Paz. Funcionarios policiales desearían que estas zonas intocables no existieran ya que impiden que realicen su trabajo y normalmente son usadas como guaridas o vías de escape.

El fracaso de las Zonas de Paz ha quedado demostrado en múltiples oportunidades y cada vez que las bandas delictivas hacen uso de su armamento de guerra para demostrar su poderío. Entre su armamento se pueden encontrar granadas fragmentarias, fusiles de asalto Ar15, m4, m16, Ak103 y Uzi; Pistolas 9mm, revólveres y escopetas.

Los organismos de seguridad cuentan con armamento, unidades y entrenamiento para hacer frente a estas bandas que mantienen en zozobra a los ciudadanos de la capital. Solo hace falta un poco de voluntad política para finalmente traer paz y bienestar a sus habitantes.

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