Apuesta por los madurados en el país de los quesos frescos

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    Hace 12 años, Marianela García y Elisa Grimaldi apostaron por una nueva pasión, tras cerrar voluntariamente un intenso ciclo de trabajo corporativo. Ambas, ingenieros de computación, decidieron elaborar quesos de cabra a los que bautizaron Ananké.

    Ahora, ya maduras en ese reto, se aventuraron por otro desafío en sintonía y, con el empeño que las caracteriza, comenzaron a ensayar los quesos madurados, estilo francés, que se ofrecen en varios bodegones y supermercados de Venezuela. «Nos tomó un año de ensayos. Es mágico entender cómo van madurando», cuentan.

    Al calor de Quibor, en el Estado Lara, crearon unas cavas de maduración con alta humedad, donde los quesos frescos de cabra viven la gustosa transformación, protegidos por las temperaturas adecuadas y bajo la influencia del hongo que rocían para que se forme la sutil capa blanca que los caracteriza. Cumplida esa etapa, son llevados a los anaqueles durante dos meses, donde siguen evolucionando desde la sutileza de los más jóvenes hasta ser cremosamente intensos. «La madurez intensifica los aromas y sabores», explican.

    En su nuevo propósito está mostrar las cualidades de esa delicia que va cambiando a medida que madura. «Los más jóvenes logran excelentes armonías con vinos blancos, como un Sauvignon Blanc. Los más maduros y cremosos, con vinos como el Oporto».

    Desde entonces viajan por el país mostrando las posibilidades de sus madurados, que están en tres versiones: Páramo, Páramo con cenizas y Galipanero. “Hay que educar en el tema, describir cómo cambian con el tiempo. Cuando están jóvenes tienen un sabor y una apariencia distinta a cuando tienen más semanas. No permanecen igual”, cuenta Grimaldi. “Estos son quesos que evolucionan”.

    En Instagram: @anankequesos

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