Decenas de personas protestaron a ritmo de tango por el cierre progresivo de las milongas, los espacios en los que los porteños practican el popular baile argentino.
En el acto, que tuvo lugar a pocos metros del emblemático Obelisco, la Asociación de Organizadores de Milongas (AOM) denunció que las cargas impositivas y la «incumplible» normativa está obligando a las milongas a funcionar cada vez más de manera clandestina.
La continuidad de las milongas existentes es «muy difícil» y las que se intentan abrir no lo consiguen por unas reglas de seguridad demasiado estrictas.