Hace unos días, parte del patrimonio venezolano y de la humanidad se derrumbó. Dos tramos del pasillo techado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) se desprendieron y cayeron. Pasaron de estar encima de nuestras cabezas a debajo de nuestras rodillas, pero este techo es más que un techo, es parte de la historia y lo que le pasó muestra el estado en el que se encuentran los patrimonios del país.
Si esto ocurre con un patrimonio mundial, que es el mayor grado de protección que existe, ante el cual la universidad y el gobierno tienen por igual que responder, es una radiografía de la situación del patrimonio arquitectónico en el país, dice la presidenta de Fundamemoria y Docomomo Venezuela, Hannia Gómez.
Para el arquitecto e investigador del área urbana y patrimonial, Lorenzo González Casas, la caída de ua cubierta, si bien es un aspecto noticioso y metafórico del estado de las cosas dentro y más allá del campus universitario, es uno de los innumerables problemas y oportunidades que una institución tan importante como la Universidad Central de Venezuela enfrenta cada día, todos los días.
Problemas que traspasan los límites de la Ciudad Universitaria de Caracas se extienden por la capital y el resto de los estados. Solamente en la sultana de El Ávila hay edificaciones que están en peligro de destrucción como el Toki Eder, en Chacaíto; la quinta Las Guaycas, en Campo Alegre; el edificio Nueva York, en Las Mercedes; y el Hipódromo, en La Rinconada, este último declarado que tendrá un cambio de uso y pasará a ser el campus universitario de la Universidad Bolivariana de Venezuela, detalla Luis Bergolla, creador de CCSen365, quien además afirma que si el escenario es deplorable en Caracas, no queremos ni imaginar cómo es en el resto del país.
Bergolla también señala que a las afueras de la ciudad hay una estructura que se va a caer por sí sola, el Hotel Miramar, en Macuto, el cual, a pesar de ser el protagonista de distintos planes para su recuperación desde antes de que iniciara este siglo, ninguno se ha cumplido.
Venezuela tiene muchos patrimonios culturales y González Casas explica que en el tope de la pirámide de la consideración patrimonial, hay tres lugares y seis manifestaciones inmateriales inscritas por Venezuela en la lista del patrimonio mundial, la cual incluye alrededor de 1.100 sitios naturales y culturales catalogados en todo el mundo: los tres sitios son Coro-La Vela, inscrito en 1993; el Parque Nacional Canaima, en 1994; y La Ciudad Universitaria de Caracas, en el 2000.
Lo llamativo de Coro, enfatiza González, es que su deterioro ha llevado a su inclusión en otra lista menos prestigiosa de la misma Unesco, la del patrimonio en peligro. Con 53 sitios en distintos lugares del mundo en riesgo inminente, menos de 5% del total de los lugares catalogados. Lo que ha obligado a solicitar la asesoría de la Unesco para tomar las medidas que permitan salir de esa lista negra y no de la otra.
Para el arquitecto, el problema de conservación no está solamente en cuántos de los varios centenares de inmuebles del casco histórico de Coro se encuentran en avanzado estado de deterioro, riesgo de desplome o demolición, sino si el centro poblado y su puerto tienen fuentes de actividad social y económica que permitan su sostenibilidad en el tiempo.
De poco vale hacer una campaña u operativo de restauración de inmuebles si al poco tiempo los mismos son abandonados por no cumplir con las demandas y expectativas sociales, como en el caso del pueblo fantasma de Ortiz en la novela Casas Muertas, de Miguel Otero Silva. Bellas casas, todas vacías…, añade.
Hannia Gómez afirma que en la capital de Falcón hay una situación distinta a la de la Ciudad Universitaria de Caracas. Los edificios de Coro son un conjunto, 600 estructuras, una ciudad entera que no solamente es la expresión de una región del país, sino una manera de construir de un momento de la historia y tenemos entendido que lo que ha habido en los últimos años, además del abandono y la desidia, es una interpretación equivocada de la manera en cómo se restaura esta ciudad patrimonio de la humanidad que está hecha con arquitectura de arcilla. Ese patrimonio también está en peligro mientras no sea comprendido en la totalidad de su complejidad arquitectónica, urbana y artística y, por lo tanto, cualquier restauración malentendida también es un atentado contra Coro.
El Parque Nacional Canaima, también patrimonio de la humanidad, no es la excepción y enfrenta los riesgos a su misma esencia de paisaje natural debido a la explotación minera en la cuenca de ríos ubicados dentro o en las cercanías del mismo, dice González Casas, quien resalta que estar en un listado no significa garantizar la conservación del bien patrimonial, sino la afirmación de un cierto grado de compromiso.
La presidenta de Docomomo Venezuela afirma que es muy poco lo que se ha hecho para restaurar, prácticamente nada, y no existe una labor del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) de hacer obras ejemplares en el país para que las personas sientan que existe una labor por la restauración y conservación. El panorama es bastante triste, advierte
Gómez explica que en los últimos 20 años ha habido una gran cantidad de listas de patrimoniales que se detuvieron en 2009: De allí en adelante lo que ha habido es una congelación de las declaratorias y hay muchísimos patrimonios que se han quedado fuera de estas listas en el territorio nacional. Además de que por corrupción muchas de las protecciones han sido desvalijadas de su característica de patrimonio protegido y se le ha quitado declaratoria a muchos bienes en el país con el fin último de destruirlos.
Bergolla profundiza en que se deben considerar dos periodos, el presidencial anterior y el actual, y la gran diferencia entre ambos es el precio del petróleo. Cuando hubo alzas en el oro negro se demostró que había un interés en trabajos de restauración de los patrimonios que, por supuesto, vinieron acompañados de una política de expropiación, sobre todo en el casco histórico de Caracas, tales como El Nuevo Circo, El Teatro Principal, El Hotel León de Oro, El edificio La Francia. Fueron sujetos de expropiación para luego ser incluidos en proyectos de restauración integral o parcial.
Luego de eso, detalla, hubo proyectos que contaron con los mejores equipos y presupuestos para restaurar el Palacio de Miraflores, el Panteón Nacional, la iglesia San Francisco y la Casa Amarilla, todos con presupuesto del Estado que al bajar el precio del petróleo sacan el tema cultural de la lista, pero hay muchos extremos en los últimos veinte años. Durante 10 años se restauró el Palacio Federal Legislativo, pero en los últimos cinco, se derrumbaron edificaciones a pesar de ser declaradas bienes de interés cultural, como el Gastizar en Las Mercedes.
También hubo acciones con problemas en la ejecución. Un ejemplo es el bulevar de Sabana Grande, en el que se hicieron intervenciones inteligentes como el cambio de pavimento y la dotación del mobiliario urbano como los bancos y la incorporación de obras, pero se arrasó con los letreros de más de 50 años que formaban parte de la identidad de los locales. De igual manera, en el paseo Los Ilustres y Los Próceres cuando se sustituyeron las aceras del lugar que estaban desgastadas por unas de muy mala calidad, afirma Luis Bergolla.
Los patrimonios restaurados durante esos años tienen dos cosas en común, están en manos del Estado y no están abiertos al público. La mejor representación es el Hotel Humboldt: Con una intervención de primer mundo después de años de abandono por distintos gobiernos, fue sometido a un proyecto de rehabilitación y restauración de siete años y finalmente se entregó a una operadora turística y hasta la actualidad no se puede tener acceso al hotel.
El arquitecto González Casas señala que los dos aspectos que afectan la conservación del patrimonio son la memoria colectiva y la respuesta organizativa-institucional. A lo que el creador de CCSen365 añade que el ciclo no está completo si se restaura el bien, pero no hay apropiación social para que las personas disfruten del espacio.
Y mientras que en estos años las restauraciones hechas fueron únicamente a patrimonios del Estado, el resto de los bienes culturales están en un estado de vulnerabilidad tan alto que ante cualquier circunstancia como lluvias o un sismo, las edificaciones se verían completamente afectadas, señala Bergolla, al recordar que los tramos del techo de la UCV que se cayeron fueron los que no pudieron ser incluidos en el presupuesto y el desplome ocurrió luego de contantes lluvias en la región.
Los accidentes como el del corredor techado de la UCV tal vez sean puntos de inflexión para pensar de qué manera ese enorme inventario inmobiliario del país, declarado y no declarado, listado o no listado, formal e informal, puede ser usado y estimado de mejor manera, creando estímulos más que declaratorias y esfuerzos continuados más que operativos, indica González Casas.
El techo de la Ciudad Universitaria de Caracas se cayó y hoy son sus egresados quienes con donaciones lo levantan. Aunque para ucevistas y no ucevistas fue doloroso, mostró el interés de los venezolanos por su patrimonio y su identidad.