Pacientes acudieron este miércoles 5 de agosto a la unidad de diálisis Juan Pablo II, ubicada en la avenida Nueva Granada, para su sesión rutinaria; sin embargo, el centro de salud hoy no abrió sus puertas porque el personal no cuenta con los equipos necesarios de bioseguridad para poder atender a las personas que requieren el tratamiento sustitutivo renal, confirmó el director de Amigos Trasplantados de Venezuela (ATV), Reymer Villamizar a HispanoPost.
A las 8 de la mañana, 35 personas estaban a la espera de diálisis y recibían la noticia de que el personal de enfermería se negaba a atenderlos por falta de insumos para su protección personal, narró una de las pacientes, pero la medida fue tomada 24 horas antes.
Ayer le notificaron al personal que hoy no iban a dar diálisis porque no se contaba con los equipos de bioseguridad para la COVID-19, y debido a que hay algunos presentando problemas respiratorios cerraron la unidad para evitar posibles contagios. Aunque no se han hecho despistajes ni pruebas, detalló Villamizar con la información dada a los trabajadores de la salud del lugar.
Otro de los presentes en las afueras de la unidad afirmó que tienen razón, pero los pacientes no tienen la culpa. Mientras que Daniel Fernández, esposo de una persona que se dializa a diario de lunes a sábado, se enteró del cierre de la unidad por un mensaje de texto y se comunicó con la administradora del centro de salud, quien le confirmó que la medida se debía a que las enfermeras no quieren conectar a nadie. Se abstuvieron a ir, pero mi esposa, debido al autocontrol de la ingesta de líquidos, puede soportar la espera hasta mañana. Ante la emergencia, detalló que el paso a seguir es ir al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en busca de otra unidad que atienda a su familiar porque esto no puede esperar.
Hay servicios que no pueden parar como lo son las diálisis y las quimioterapias. El acceso a la salud no puede suspenderse, aunque estemos en cuarentena, afirmaba la presidenta de Prepara Familia, Katherine Martínez, a mediados de julio, cuando el Hospital de Niños J.M. de los Ríos estuvo dos semanas sin hacer quimioterapias (https://bit.ly/2CKN3XU) porque el aire acondicionado del área estéril de la unidad de mezclas estaba dañado.
Los pacientes de la unidad Juan Pablo II estiman que son entre 120 y 150 quienes se dializan en este centro de atención, en el cual aproximadamente 8 de las 40 o 50 máquinas están fuera de funcionamiento.
Sin embargo, no solo faltan equipos de bioseguridad en la unidad Juan Pablo II, sino también en otros centros. Una paciente que se dializa desde hace dos años en el Centro Nefrológico Catia, unidad de diálisis en el Centro Comercial Propatria, señaló que en este espacio no hay ni jabón para lavarse las manos.
A mí me toca diálisis los lunes, miércoles y viernes. Antes entraba a las 10 de la mañana y salía a las 2 de la tarde, pero a mediados de abril se empezaron a dañar las máquinas y ha sido una lucha. He tenido que ir a la unidad de diálisis a las 6 de la mañana y anotarme en una lista para esperar a que se desocupe una máquina y ahora, en la sala donde estoy, 14 de 25 máquinas eran las que funcionaban hasta el lunes, contó.
En el último trimestre de 2019, 129 de las 300 unidades de diálisis que había hace tres años estaban abiertas, pero en 2020 han cerrado varias, pero no se dispone de una cifra certera. Aunque las operativas son relativas, porque funcionan las que estaban antes de la llegada de la COVID-19. En su mayoría trabajan entre 40% y 50% porque casi todas tienen máquinas desincorporadas o dañadas por falta de repuestos y al no contar con una la unidad deja de prestar un servicio a cierta cantidad de personas. Por ello, en muchas unidades de diálisis optan por disminuir las horas, dijo Villamizar.
La paciente cuyo nombre pidió que se mantuviese en la reserva, quien además estuvo ocho años en lista de espera por un trasplante que no recibió porque el gobierno suspendió el programa, afirmó que en la unidad de Propatria se presta atención porque las enfermeras se organizaron y abrieron un cuarto turno.
La directora ha tratado de que todos los pacientes se dialicen por lo menos tres horas, pero eso no es diálisis de calidad. Algunos necesitan cuatro horas y, por lo menos yo, 3 horas y media. En consecuencia, nos hemos ido descompensando y los medicamentos el seguro social no los ha mandado con la regularidad que se debe, entre ellos el tratamiento que evita la descalcificación de los huesos, que no se envía desde hace cuatro años. Por eso estamos en sillas de ruedas o con distintos problemas para caminar, pero en la unidad no resuelven ni una cosa ni la otra, añadió.
En 2017 había alrededor de 15.000 personas en diálisis, pero al octavo mes de 2020 hay 6.000. Esa cantidad restante es producto de todo el deterioro que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo. Son personas que si hoy estuviesen las unidades operativas estarían vivas y si funcionara el programa nacional de trasplante muchas hubiesen salido de diálisis y estuvieran trasplantadas, enfatizó el director de Amigos Trasplantados de Venezuela.
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