Comerciantes de la calle del hambre en Los Teques temen la quiebra

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    “Estamos quebrados”, exclamó Cristina Viera, quien tiene un puesto de venta de hamburguesas en la calle del hambre de Los Teques, y desde que comenzó la cuarentena por el COVID-19, le ha tocado reinventarse para poder salir adelante y poder “subsistir”. Tenemos que luchar. Guerrear y más nada, eso es lo único que nos queda”, expresó.

    La disposición de la administración de Nicolás Maduro de obligar a los negocios de rubros no esenciales cerrar, le complicó la vida a ella y a otros comerciantes.

    “Debo hasta el modo de caminar. Le debo a todos los proveedores, le debo a todos los que dejamos atrás, la mercancía que nos dejaron. Le debo al gasero, le debo al fresquero, le debo al carnicero, le debo al charcutero. A todos, y quién me responde por eso. Nadie”, afirmó Viera. 

    Dijo que para poder “medio comer” le ha tocado reinventarse: “Estoy haciendo milagros, tuve que montar un tarantín de café, vender pan y cambur, porque hamburguesa no se vende y trabajando hasta las 12 del día, quién va a venir, quién va a trabajar. Quién te va a venir a comprar una hamburguesa a las 10 am. Así hemos hecho, casi todos estamos subsistiendo así”.

    La comerciante desconfía de la efectividad de la medida gubernamental y pide la modificación del horario laboral. “Tendrían que poner más horas, que en lugar de que sea hasta las 12, sea hasta las 3 o 4 de la tarde, que nosotros podamos subsistir porque nosotros a quién le vamos a vender una hamburguesa a las 6 de la mañana”.

    “La conciencia del gobierno debería ser que nos deje trabajar hasta las 6 de la tarde, porque eso es mentira que la gente se va a contaminar ya. Yo no creo eso, porque si fuera así los autobuses… Fíjate que nos tienen hasta sin transporte, igualito en Tocorón se mete la gente amontonada, en todos los sitios. Entonces, cómo hacemos, tenemos que subsistir”.  

    “Pagamos deudas y cerramos”

    Yagneris Vera, otra vendedora de hamburguesas del conocido lugar, explicó que en su caso se ha visto fuertemente afectada porque desde que comenzó la cuarentena “tuvimos que cerrar los negocios”. “Lo dejamos cerrado y nos aislamos”, afirmó.

    Sin embargo, a diferencia de su vecina decidió usar parte de la mercancía que le quedaba en el local para el consumo personal durante el confinamiento con sus familiares, “para pasar este tiempo”.

    “Como es un negocio pequeño, lo que hicimos fue saldar todas las deudas antes de cerrar. No pedir más nada. En algunos casos de las empresas grandes que surtían al negocio sí perdimos el código, porque si no compras pierdes el código”, dijo. Contó que no ha recibido respuesta de los proveedores porque “todo quedó en stand by, entre tanto se reinicien las actividades”.

    Yagneris también pide que se modifiquen los horarios de venta al público: “Es al mediodía que, justamente, nosotros venderíamos. Tendrían que ampliar un poco ese horario, aunque sea solo un poco, para que, aunque sea, las personas vinieran y llevaran comida a sus casas”.

    Propuso la posibilidad de modificar la distribución de mesas dentro de la calle del hambre para que la estadía de los comensales sea breve. “Pudieran comprar y llevársela, no quedarse acá comiéndosela en el establecimiento. O, inclusive, colocar menos mesa de tal forma que las personas comieran sin estar tan cerca unas de otras”.

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