Con la Batalla de Flores, Barranquilla venció el temor al terrorismo

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     La Batalla de Flores, el multitudinario desfile que abrió en Barranquilla los cuatro días de Carnaval, sirvió de escenario para que la alegría y el jolgorio vencieran el temor que hace dos semanas generó en la ciudad un ataque terrorista que dejó seis policías muertos y 40 heridos.

    Por su variedad y riqueza cultural, el Carnaval de Barranquilla fue reconocido en 2003 por la Unesco como «Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad».

    La Batalla de Flores, el evento más antiguo del Carnaval, se realiza desde 1903, cuando Colombia acababa de salir de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), la más sangrienta contienda civil del país, y los barranquilleros decidieron que en vez de balas, los enfrentamientos entre la gente tenían que ser con flores.

    Liderados por la Reina del Carnaval, Valeria Abuchaibe, quien desfiló hoy en una de las 18 carrozas que engalanaron la multicolor caravana, unos 12.000 actores distribuidos en 90 grupos folclóricos y 200 disfraces deleitaron a más de 600.000 personas que se apostaron a lo largo de cuatro kilómetros y medio de recorrido.

    Uno de los disfraces colectivos que más gustó fue el del «Papa Quillero», en el cual unos 60 integrantes vestidos a semejanza de la Guardia Suiza le hacían calle de honor a uno disfrazado de papa Francisco quien desde un vehículo, y seguido por una corte de monjas, daba bendiciones a diestra y siniestra.

    El desfile, que partió al filo del mediodía cuando se sentían las altas temperaturas y la luminosidad era tan intensa que el ambiente por momentos era agobiante, sirvió de marco para que los diferentes grupos folclóricos rindieran tributo a los policías víctimas de los ataques, reivindicados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

    Acompañada de dos primas, tres vecinos y sus cuatro hijos de entre los 10 y los 17 años, Ángela Rodríguez, una mujer cuarentona de tez morena intentaba entre la multitud tener una mejor vista de las carrozas, comparsas y disfraces.

    «Llegamos desde las ocho de la mañana para ubicarnos adelante y tener mejor un puesto, especialmente los pequeños, porque los palcos son muy costosos y en casa somos muchos», dijo a Efe la mujer en medio de la algarabía que retumbaba alrededor.

    Mientras hacían la fila para ingresar a uno de los palcos que dan una vista preferencial del desfile, una pareja de argentinos se mostraba alegre de poder disfrutar de la fiesta y de la alegría de los barranquilleros.

    «Es la primera vez que estamos en Barranquilla en el Carnaval por la invitación que nos hicieron unos amigos de acá y lo cierto es que desde ya tengo ganas de volver porque creo que es una ciudad pacífica con gente muy querida», manifestó Valeria González.

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