Desde la llegada de la COVID-19 a América Latina, los venezolanos que en los meses y años previos emigraron a otras naciones de la región en busca de mejores condiciones, decidieron regresar a su país por la dificultad de poder producir, la mayoría irregularmente, cuando la medida de cuarentena se expandió tan rápido como la enfermedad. En ese momento, retornar era la única opción en el panorama. Pero quienes lo hicieron, actualmente se han devuelto a la frontera para volver a emigrar.
Claudia Vargas, especialista en migración venezolana, explica que la salida de venezolanos a Colombia, luego de haber regresado, se observa desde hace tres o cuatro semanas. No solamente se ven caminantes, sino personas que se desplazan hacia zonas de la frontera colombiana para devolverse a los países en donde estaban, bien sea Colombia o continuar su camino, señala.
La principal razón de este fenómeno es que quien regresó encontró un país más deteriorado, donde el proceso de integración no iba a ser posible y mucho menos en pandemia, y aunque los países de la región están en una situación comprometida, como el resto del mundo, siempre se está mejor que en Venezuela, afirma Vargas, al enfatizar que cada persona que volvió al país desde marzo en adelante vivió tres aspectos fundamentales que condicionan este motivo:
-Un retorno traumático, en el que no estaban expuestos solo a la COVID-19, sino a distintos peligros mientras esperaban entrar a su país.
-Falta de un protocolo, de un acceso a la salud acorde y de alimentación les esperaban una vez que lograban ingresar a Venezuela.
-Un discurso estigmatizante de calificar como arma biológica a quien ingresara.
Aunque no hay un número de cuántos venezolanos se han devuelto, las cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) indican que casi 5.500.000 personas han salido de Venezuela hasta la fecha, y si se comparan septiembre y octubre, en un mes salieron más de 390 mil venezolanos, es decir ese último mes salieron tres veces más venezolanos de los que regresaron, que se estiman que en cinco meses fueron 133 mil, expresa la especialista.
Asegura que, aunque el número es desgarrador muestra que se mantiene la necesidad de salir del país porque las condiciones mínimas no están garantizadas y la pandemia puso eso en evidencia aún más latente en el caso venezolano que ya tenía una crisis humanitaria compleja. Por supuesto que esto iba a generar no solo una nueva migración, sino que también se llevaran a otro consigo y que los que antes de la pandemia tenían la intención de emigrar consolidaran su proceso.
Desde marzo, cuando Migración Colombia empezó a informar que cientos y luego miles de venezolanos regresaban a su país, advirtió que cuando la pandemia terminara estas personas regresarían y acompañados de un familiar o amigo, en promedio. La misma afirmación fue hecha por expertos, como Claudia Vargas; sin embargo, el pronóstico se cumplió antes de que terminara el año, a pesar de que la realidad de cuando salieron no sea diferente y ahora la frontera colombiana está cerrada.
Las declaraciones del director general de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa Palacios, de la tercera semana de octubre, evidencian el aumento de venezolanos que ingresan al territorio vecino y son dirigidas directamente a quienes consideran emigrar. Este martes, el funcionario informó que en la actualidad calculan que entran diariamente a Colombia 300 venezolanos por vías irregulares.
La frontera permanecerá cerrada hasta el próximo 31 de octubre, lo cual no quiere decir que a partir del primero de noviembre se abra, sino que en el siguiente ciclo se considerará si es el momento oportuno o no de hacerlo (…) Sabemos que el cierre de frontera tiene un lado oscuro, que implica que algunas personas tomen la decisión de pasar por pasos irregulares o trochas. Por eso el llamado a la población migrante es a no exponerse y a no ir por estos pasos. Así como Colombia ha sido generosa con el pueblo venezolano, deben portarse bien para que puedan rehacer su vida y buscar un mejor futuro, señaló en ese entonces Espinosa Palacios.
Aunque la frontera no está abierta, los viajes hasta San Antonio del Táchira están disponibles y son promocionados por redes sociales de la misma manera que había estado haciéndose a finales del año pasado, señala Vargas. Este esquema se ha vuelto a retomar a pesar de la pandemia y ofrecen a las personas llegar a este punto sin mayor información de lo que suceda de ahí en adelante.
Si la frontera está cerrada, la opción son los pasos irregulares disponibles donde las condiciones los exponen al secuestro de grupos armados, a ser víctimas de trata, al chantaje y a todos los peligros de esta zona, sumados a la vulnerabilidad que tienen los venezolanos que salen desde 2015, porque el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) y las notarías no funcionan. Muchos de ellos están saliendo como se ha denunciado desde hace años: sin papeles y sin recursos económicos, dice Vargas.
La salida de los venezolanos ocurre tanto desde estados fronterizos -Táchira y Zulia- como de la zona central del país, Distrito Capital, Miranda, Vargas, Carabobo y Aragua. En estos últimos estás los servicios terrestres que tienen San Antonio del Táchira como punto de llegada, pero también hay quienes por falta de recursos caminan desde donde se encuentran para llegar a Táchira y en la vía atraviesan por situaciones irregulares.
La diputada Karim Vera, presidenta de la subcomisión de Fronteras de la Asamblea Nacional, denunció el 15 de octubre que ciudadanos que caminaron desde Caracas, Vargas y Carabobo, para ir a la frontera, fueron víctimas de funcionarios uniformados que los despojaron de pertenencias y dinero en efectivo.
Nos informaron que el jefe de la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI) ordenó que se evitara que estos venezolanos estén en las carreteras nacionales e incluso se les impida el paso. Únicamente se les permitía circulación en horas de la noche, a partir de las 6 de la tarde. Por tal razón, los ciudadanos se ven obligados a caminar a través de famosas trochas para así poder avanzar hasta San Antonio del Táchira», señala la parlamentaria.
Los venezolanos que en medio de la pandemia emigran nuevamente o por primera vez afrontan problemas desde la salida de sus casas, cruzar de un estado a otro, llegar a frontera y una vez allí poder pasar. Pero establecerse en otro país es arriba desde mucho antes de la COVID-19.
Desde 2019 hay acciones que limitan la movilidad de los venezolanos en otros países, y ahora estas naciones deben manejar su discurso, no revictamizarlos ni calificarlos como agentes contaminantes, porque son personas que probablemente estarán en una situación irregular por la falta de documentos. La recomendación a los países es manejar la situación con delicadeza porque es un hecho que la migración no se detendrá a pesar de la epidemia y debe haber una política de empatía, educación y articulación de los Estados con las organizaciones de apoyo, indica Vargas.
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