Delincuencia a sus anchas: azotadas universidades públicas

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Los hurtos en las universidades públicas de Venezuela siguen ocurriendo y se han acentuado durante estos meses de cuarentena, poniendo a la educación un escalón más bajo del que se encuentra debido a la crisis.

Aula Abierta, ONG dedicada a la defensa y promoción de los derechos humanos en el ámbito universitario, afirma que desde que la administración de Nicolás Maduro decretó el 16 de marzo la medida de aislamiento social por el COVID-19 hasta el 30 de abril al menos 72 veces siete universidades fueron atacadas por el hampa.

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“La Universidad del Zulia (LUZ) es la más asediadas por el hampa con 31 casos registrados por Aula Abierta, seguida por la Universidad de Oriente (UDO) con 21 incidentes contabilizados”, sostiene la ONG en un artículo publicado en su página web.

Aula Abierta advierte que las universidades públicas son víctimas del hampa constantemente y han sufrido diversos ataques como hurtos de equipos, materiales de oficina y cableado eléctrico. “Los casos más recientes indican que la delincuencia ha adoptado la modalidad de desvalijar aulas y baños, además, agrede al personal de seguridad”.

De acuerdo con la ONG, existe un incremento elevado de hurtos: en el primer trimestre de este año ocurrieron 14 actos vandálicos, mientras que el último trimestre del 2019 cerró con al menos 6. “Ahora, en medio de una cuarentena en el que las instituciones permanecen despobladas, la delincuencia arrasa”.

«Es una situación que se viene produciendo hace tiempo en nuestras universidades. Hay no solamente robos de vienes esenciales, sino daños en la infraestructura. En la UDO (Universidad de Oriente) hay espacios que no se pueden utilizar para la actividad académica debido a los robos”, expresó Keta Stephany, miembro de la directiva de la Federación de la Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv).

Tanto la UDO en Anzoátegui, como el núcleo de Monagas, Nueva Esparta, Bolívar y Sucre han sido afectados por la delincuencia, principalmente este último porque han quemado hasta el auditorio.

«Hace poco hubo un hecho lamentable donde dos delincuentes estaban robando en la biblioteca central, tras ser avistados se lanzaron de la biblioteca, quedando entonces un saldo de uno de ellos fallecido en el instante y otro está gravemente herido. Estos hechos ocurren consecutivamente y no solo eso, sino que los delincuentes, además de robar, destruyen techos, paredes, ventanas, todo lo que encuentran a su paso», relató José Figueredo, coordinador del movimiento estudiantil de la UDO.

La Universidad Central de Venezuela también se ha visto afectada por la delincuencia. «En la UCV se han robado los implementos de los baños, los rompen y dejan sin poder usar esos espacios a la comunidad», dijo Stephany, profesora de esa casa de estudios.

“Durante la cuarentena, Aula Abierta, autoridades universitarias, asociaciones de profesores y el movimiento estudiantil realizaron constantes reportes y denuncias de incidentes de seguridad dentro de los campus universitarios y aún no hay apoyo de las autoridades para asegurar los recintos”, señala la ONG en su portal.

Lo que es corroborado por Stephany: «Son acciones en las que nunca se encuentran a los culpables, que a veces no es que son pequeños rateros porque son robos importantes donde necesitan recursos para hacerlos, eso requiere transporte, movilización”.

De igual modo opinó Figuera: «Nosotros como movimiento estudiantil, en conjunto con las autoridades académicas, hemos acudido a diferentes organismos de seguridad solicitando el resguardo de la institución y hasta el día de hoy no tenemos un delincuente apresado, hasta el día de hoy no hay resultado de la seguridad del campus y está a la merced».

Las casas de estudio cuentan con personal de vigilancia, pero en oportunidades no se dan abasto para cubrir todas las áreas, pues ellos también han tenido que dejar este trabajo por situaciones económicas.

«Nosotros tenemos una vigilancia interna en las universidades que están ganando entre cuatro y cinco dólares al mes y que no tienen recursos con que enfrentarse en caso de que haya una discusión que termine en violencia», señaló Stephany.  

La problemática impide que las clases puedan darse de manera convencional, algo que Stephany calificó como «sumamente grave» porque «cuando se vuelva en el hecho educativo se va a requerir espacios con algunas mínimas condiciones ambientales de sanidad que no se garantizan”. “Los ataques a la universidad son ataques a la educación y a la producción de conocimiento en Venezuela», resaltó.

El apoyo por parte del Estado es algo fundamental para que estos recintos educativos recuperen las pérdidas a consecuencia de los robos. «Muchas veces son las mismas instituciones del Estado las que impiden la seguridad en nuestras universidades públicas. Ellos si están protegidos pero los estudiantes nuestros, los profesores nuestros, nuestras instalaciones no están protegidas y eso dificulta aún más la posibilidad de las clases», manifestó Stephany.

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