Daniel Sánchez Arévalo dirige y escribe Diecisiete (2019) una de las mejores películas que podrás ver estos últimos meses del año en Netflix. La cinta genera desde la primera escena una empatía inmediata. Te involucra, te arrastra junto a los personajes a un viaje de fraternidad, buen humor y calor humano.
No es una «feel good movie», al menos no del modo en que se plantea en Hollywood frecuentemente. Es una película encantadora, pero no tonta.
No es el típico relato optimista de buenas personas, arcoiris y días felices. Tampoco es un drama. Es simplemente una buena historia que responde a su propio equilibrio interno. De esas cuyo principal mérito es ser fiel a sí misma.
Cuando un director filma pensando en su audiencia y no deja de tenerla en mente en cada escena, el resultado es una cinta con la que puedes relacionarte casi como si estuvieses asistiendo a una cita con uno de tus mejores amigos.
Esa es una de las mayores cualidades de este largometraje: es personal. Te habla directamente y no te deja pestañear hasta que termina y para lograrlo no se vale de recursos bobos o de engaños. En Diecisiete se habla en serio aunque se use el humor como recurso fundamental.
Protagonizada por Biel Montoro y Nacho Sánchez esta es una película de pocos personajes. En esta cinta la acción depende básicamente de dos. Supongo que por esto la emotividad de las actuaciones potencia la trama.
La cinta genera una muy buena energía que podemos apreciar gracias al uso del humor y los diálogos divertidos que en todo momento emiten los personajes. No vas a poder evitar reírte y sentir alegría legítima al verla. Sin duda, algunas películas son como una canción que nos gusta cuando suena en la radio, su valor radica en que nos hace ver las circunstancias desde una perspectiva mucho más plena y optimista de la que generalmente somos capaces.
Diecisiete nos empuja a creer en los problemas de los personajes, nos hace sentirlos como propios, tenerlos presentes y hacerlos parte de nuestra vida ese instante en que vemos la película.
Buena energia, buena vibra, buen rollo, simpatía, son algunas expresiones que me vienen a la cabeza cuando pienso en Diecisiete. La cinta rescata la belleza de lo simple y nos permite reflexionar sobre lo mucho que nos hace falta descubrir la complejidad de lo cotidiano. Nada es más extraordinario que una vida ordinaria, esa podría ser la premisa de este largometraje sobre el valor de las pequeñas elecciones que hacemos en la vida.
Luisa Ugueto Liendo
@luisauguetol