El documental de Abner Benaim sobre el cantante, compositor, activista y actor panameño Rubén Blades recrea sus más de cincuenta años de carrera con el entusiasmo que él merece.
En Yo no me llamo Rubén Blades, la vida del panameño la cuenta él mismo con sus propias palabras llevándonos al mundo privado que pocas veces se ha permitido mostrar. Habla de todo con desenvoltura: su carrera en el mundo de la música, su vida familiar, su relación con la política, sus errores y equivocaciones. Lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo sale a flote para darle una visión humana que ennoblece su obra y su persona. Este audiovisual conforma lo que él mismo define como parte de su testamento para explicar o mostrar al mundo el relato de lo que ha sido su existencia.
Yo tengo mi testamento hecho. Esto es parte de mi testamento. Es decir cosas que son importantes, porque si no las digo y no las aclaro ahora, otros van a tratar de interpretarlas y no va a ser lo mismo comenta en la primera parte del audiovisual.
El documental cuenta con testimonios de colegas como Gilberto Santa Rosa, Sting, Larry Harlow, entre otros. Además de la participación de su familia y amigos que brindan una visión personal del compositor de temas como Prohibido olvidar, Plástico, Ganas y Siembra.
El audiovisual no es enciclopédico (es imposible resumir una vida en menos de dos horas) pero tampoco es frívolo a la hora de exponer el mundo interior del cantautor panameño. De hecho, una de sus principales virtudes es que expone el imaginario y las ideas que están detrás de sus composiciones.
Sus principios y valores, lo que realmente le interesa de la vida está presente en este documental que apuesta por deconstruir su memoria y orígenes.
Rubén Blades, músico creativo y buen cantante, siempre ha tenido una imagen que proyecta integridad, emociones diáfanas, inteligencia. Si cuando comiences a ver el documental esa es la impresión que te genera, cuando termines de verlo estarás convencido de sus méritos como músico, pero sobre todo como hombre.
La vida del panameño está llena de una coherencia envidiable que se manifiesta en su obra límpida que parece haber ido siempre en la misma dirección ética.
El documental, que fue filmado en Panamá y Nueva York, permite conocer detalles en apariencia intrascendentales de la vida del panameño: hobbies, costumbres, vida cotidiana. Además, Blades enriquece el relato de su existencia contando anécdotas sobre otros personajes de la música latina que formaron parte de su historia.
Blades es elocuente, sus ideas llenan la pantalla, por lo que el documental a ratos se convierte en una disertación sobre la importancia de la vida, las decisiones que tomas, el valor de las relaciones humanas, la trascendencia y la muerte.
Yo no me llamó Rubén Blades es una apuesta que si se cumple porque logra conectar al espectador con la visión de mundo del músico panameño, quién más que un artista, es un intelectual que lleva más de cincuenta años expresándose a través de las artes.
Luisa Ugueto Liendo
@luisauguetol