El impacto que ha tenido el coronavirus en el mundo cultural es incalculable. En marzo se estimaba que solo en Hollywood más de 150 mil personas habían quedado sin empleo ese mes y que las pérdidas por mantener los cines y las salas de teatro cerradas no podían ser cuantificadas.
La crisis se extendió y esto obligó, por ejemplo, a la Filarmónica de Los Ángeles, cuyo director es el venezolano Gustavo Dudamel, a suspender la tradicional programación de primavera que hacía en el Disney Concert Hall. Pero la cosa fue más allá, por cuanto esta semana se anunció que también la grilla que todos los veranos preparaban en el mítico Hollywood Bowl, y que este año tenía previsto recibir a estrellas como Andrea Bocelli o Diana Ross, entre otros, también fue cancelada. El público de la llamada ciudad del espectáculo, irónicamente, no tendrá el entretenimiento al que estaba acostumbrado por este año.
En Nueva York sucede otro tanto, En principio, porque todo dependerá de cómo se comporte la infección de COVID-19, Broadway no iluminará sus marquesinas hasta septiembre. Asimismo, el Radio City y el Carnegie Hall también suspendieron toda la programación, convirtiendo a «la ciudad que nunca duerme» en una suerte de reclusorio sin puertas ni ventanas, pero en el que la aglomeración de gente no será por mucho, mucho tiempo. De hecho, ya hay quien augura que el año 2021 no podrá ser recibido en el frío Times Square. Pero para eso, todavía falta.
Los museos, galerías de arte y clubes en ambas ciudades pueden abrir a media capacidad, sin exceder el 30% de personas congregadas y, eso sí, guardando las normas del uso de mascarillas y guantes y la distancia social.
Con esas mismas premisas sanitarias, en Europa las cosas tratan de volver a la normalidad. No hay cines ni teatros por ahora. Tampoco estimación de cuándo podrán las grandes ciudades retomar su programación. En Francia, no obstante, se permiten los ensayos teatrales, con no más de 10 personas al mismo tiempo. Si el elenco es más amplio, tienen que rotarse. Lugares emblemáticos como el Museo de Louvre todavía no abrirán, pero sí lo harán los museos y galerías más pequeños, no excediendo la capacidad y por poco tiempo. Las visitas a la Torre Eiffel y a la Catedral de Notre Dame también tendrán que esperar.
En Italia la cosa no es muy diferente. Librerías, pubs y museos ya comenzaron a recibir gente. No así los grandes escenarios turísticos de Roma, como el Coliseo o la Fontana de Trevi. Ese país fue el más golpeado en el inicio de la pandemia, por lo que las autoridades se mueven con cautela antes de permitir grandes aglomeraciones.
Algo similar sucede en España donde aún se mantienen restricciones, pero ya los pequeños espacios han comenzado a reabrir sus puertas y a recibir gente. Sin embargo, las críticas continúan porque la población no ha cumplido muy bien, sobre todo, lo de la distancia social y el uso de mascarillas.
Alemania, que según las autoridades de la Organización Mundial de la Salud es uno de los países que mejor manejó la crisis sanitaria, ha flexibilizado más actividades. De hecho, los alumnos volvieron a clases y se autorizó la Liga de Fútbol para que reanudara sus actividades. No obstante, los cines y teatros mantienen las puertas cerradas hasta nuevo aviso, así como otras actividades, lo que ha provocado protestas contra la cuarentena.