El legado, repensar el Estado, salvar la democracia

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    Hace poco les compartía que siempre he sido reacio a que otros me definan, pero insisten en ubicarme en el espectro derecho de la política, los mas inteligentes y formados benévolamente me consideran de centro derecha, lo que amigos y enemigos coinciden, es que siempre he demostrado con hechos, mi profunda convicción democrática, mi convicción por utilizar el diálogo como la herramienta que puede permitir alcanzar consensos en beneficio de amplios sectores sociales.

    Hoy quiero hablarles del agotamiento del modelo, o poniéndolo de otra manera menos apocalíptica, diremos que hablaré de las debilidades que impiden el avance y consolidación de la democracia en Guatemala como su elemento fundante de un Estado estable, solido y en permanente progreso, el fin de cuentas, ha eso hemos apostado los guatemaltecos los últimos treinta y cuatro años.

    Que nos está pasando? Bueno, pues que los ciudadanos que acuden a las urnas en las elecciones, luego perciben que parte de las decisiones de los gobiernos ofrecidas en algunas de sus promesas electorales, son imposibles  de cumplir, pues escapan a la capacidad de gestión de sus representantes electos para el congreso y el organismo ejecutivo.

    Por otro lado, hemos visto como poco a poco El Estado se ha ido retirando de algunas de las responsabilidades que lo definían como garante de la defensa de los intereses generales y en particular de los intereses de los mas débiles.

    Un ejemplo muy claro, lo representa el experimento CICIG que se instala en Guatemala en el año 2006 en un acto donde el Estado le delega ha este para- organismo amplias facultades para fortalecer la institucionalidad en el país, combatiendo y desarticulando los órganos paralelos e ilegales que operan en la periferia del Estado, y trece años mas tarde con cientos de millones gastados, su gestión ha dejado tras de si un auténtico desastre, donde claramente no se fortaleció la institucionalidad en el país, ni se desarticularon los órganos paralelos e ilegales que operan en la periferia del Estado. Todo se limito a meter a la cárcel a presidentes y políticos, algunos claramente culpables de delitos, y muchos inocentes, actores de relleno de una obra que bien se podría titular “La Gran Estafa” de Iván Velázquez.

    Esto que nos aconteció y que representa un claro debilitamiento del Estado fue aceptado por amplias mayorías a causa de la imagen burocrática y clientelar  – cuando no corrupta- de los entes que gestionan el Estado. Léase organismo Ejecutivo, legislativo y judicial. Creo que nadie cuestionará esta afirmación.

    Hay solución? Según este servidor si, pero se requiere, claridad de concepto, capacidad estratégica, una muy precisa ruta táctica y un muy bien definido objetivo.

    Por cierto, este podría ser el gran legado que podría dejarle el Presidente Alejandro Giammattei al país.

    Qué hacer; bueno pues a manera muy general, por que el tiempo en este video blog, no permite más, mencionaré algunas ideas como respuesta a unas preguntas muy concretas que pueden ayudar al futuro Presidente, si es que el ve con claridad lo que muchos de nosotros advertimos.

    Primera pregunta, Cuál de los tres organismos del Estado es el fundante para construir futuro, mediante ley y proyecto? Y cual de los tres organismos del Estado es el mas aborrecido por la sociedad, por no cumplir a cabalidad con su función primordial?

    Primera Respuesta: El Congreso de la República

    Segunda pregunta: La estructura y los tiempos de mandato del Organismo ejecutivo, responde hoy a las necesidades que plantea la sociedad Guatemalteca.

    Segunda respuesta: NO

    Tercera pregunta: La gestión y operación del actual sistema de justicia en Guatemala opera con transparencia, sin corrupción y se administra la ley en igualdad de condiciones para todos los guatemaltecos?

    Tercera Respuesta: NO

    Que hacer? Mediante la convocatoria a una asamblea nacional constituyente cuyos miembros podrían ser elegidos en los primeros seis meses del año 2020, y que sustituirían al nuevo congreso de la República que tomará posesión el próximo 14 de enero de 2020, sería la que podría empezar a formular el nuevo diseño del Estado de Guatemala empezando por ajustar ciertos espacios democráticos a los cuales por su incapacidad e ignorancia la sociedad guatemalteca no ha sabido ejercer y solo ha generado caos e ingobernabilidad.

    Por ejemplo, algunas nuevas normas que deberían surgir en torno a lo que debería ser un nuevo Congreso de la República.

    1. Reducir el numero de diputados a dos por departamento, es decir un máximo de 44 diputados.
    2. Sin importar etnia, raza o religión, cualquiera podrá ser aspirante a diputado siempre y cuando cumpla con los siguientes requisitos. Mayor de 35 años, con experiencia laboral mínima de diez años, sin antecedentes penales, ser sujeto de crédito sin record de demandas por incumplimiento de pagos, con titulo universitario y con una maestría, debe hablar dos idiomas, obligado el español.

    Elevar el nivel de requerimientos deja fuera a un enorme porcentaje de ciudadanos y eso podría parecer no democrático más no lo es, más bien lo que se buscaría es que sean personas con demostrada capacidad y solvencia quienes asuman el rol de legisladores responsables de construir el andamiaje de una nueva nación. Se ahorrarian millones de quetzales al reducir el número de diputados y en consecuencia se evitaría el despilfarro de sueldos y prebendas actual y se elevaría el nivel de debate y comprensión al tener diputados bien formados académicamente y con probada experiencia de trabajo y comprobada honradez.

    Esa sola medida podría devolver credibilidad a uno de los organismos claves de nuestra incipiente democracia. A partir de allí podríamos empezar a producir resultados visibles para el país y abandonaríamos el estado de caos y vergüenza que actualmente goza el organismo legislativo.

    Otro elemento, que observo es que tendría que modificarse el modelo actual en el organismo ejecutivo así como los tiempos de su mandato el cual propondría ampliarlo a seis años con derecho a reelección, los tiempos actuales son propios de una sociedad democrática desarrollada y capacitada, no son recomendables a una sociedad democrática incipiente e ignorante como la nuestra que tiene 34 años sin producir resultados relevantes.  La reelección debe servir de estimulo al equipo para que hagan e implementen políticas innovadoras que produzcan rápidos resultados que merezcan ser premiados por la población con la reelección presidencial.

    Finalmente, la lucha y combate efectivo a la desnutrición crónica infantil debe alcanzar el carácter constitucional, ordenando su legislación y reglamentos con fuertes penas de cárcel al Presidente y  las autoridades responsables que incumplan las metas anuales y los programas permanente que atiendan este flagelo, Guatemala puede quedar libre de desnutrición crónica infantil en diez años de continuado esfuerzo.

    Entonces, menos diputados con exigentes requisitos para serlo, nueva organización de la estructura del organismo ejecutivo, nuevos tiempos de mandato y un replanteamiento total del sistema de justicia que implique su total fortalecimiento y depuración, y con un sistema de vigilancia, supervisión y duras penas para jueces y fiscales que violen lo legalmente establecido, en ese replanteamiento obviamente tendrá que evaluarse la disolución o fortalecimiento de la actual Corte de Constitucionalidad.

    Pensémoslo.