El racismo, la rabia y la historia

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    En las protestas que se han llevado a cabo en el mundo, en las que han derribado estatuas, se puede entender la rabia cuando hay una injusticia de por medio, pero ahí no están todos los que son ni son todos los que están.

    Por ejemplo a una escultura de Cervantes le pintaron los ojos de rojo sangre y abajo le escribieron “bastardo”. A una estatua del doctor Fleming, quien descubrió la penicilina, fue tumbada. No sé cuántas vidas habrá salvado el doctor Fleming, pero no tiene que haber sido derribado en un acto de rabia.

    Quienes protestan deben analizar hacia quién va su rabia y deben aprender historia. Yo insisto en el tema de la historia porque cuando a mí y a mis hijas nos enseñaron historia de Venezuela, nos hablaron del padre Bartolomé de las casas. Él era el protector de los indios, y para protegerlos trajo a los negros. Sin embargo, no hubo ningún profesor que nos dijera en ese momento que eso estaba mal porque todas las vidas humanas son iguales.

    Evaluando el contexto de los siglos XVI y XVII los sacerdotes creían que los negros no tenían alma y creían que las almas de los indios eran inferiores, no sabían lo que estaban haciendo. Hoy en día sí sabemos lo que estamos haciendo puesto que no hay diferencias entre los seres humanos y el racismo no tiene razón de ser.

    Una injusticia no se corrige con otra injusticia. Cuando dicen que las vidas de los negros importan yo respondo que todas las vidas importan porque todos pertenecemos a la raza humana. Somos todos iguales.