Admiro la indocilidad. A los que quiebran estándares. A quienes hacen añicos el adoctrinamiento padecido y deciden escribir su propio guion.
Nuestro protagonista, el pintor Eduardo Caamaño, se negó a volver a la fila y eludiendo el iluminado camino hacia la medianía, abandonó hace ocho años con bizarría la placidez de su estudio mallorquín para seguir la senda de sus ancestros.
Un vuelo incierto hasta el magnetismo urbano de Ciudad de México, sin más equipaje que toneladas de ilusión y un puñado de pesos. Un salto sin red en búsqueda de sí mismo.
Nacido en México D.F en 1966, pero criado desde los cuatro años en Mallorca, Caamaño tiene traza de creador errante, de superviviente avezado a avanzar entre el oleaje.
Umbral de los ochenta. Playa de Palma. Un efebo larguirucho sentado sobre la arena contempla abismado la azulada bahía palmesana. Cascadas de sueños recorren su mente, mecidos por los acordes de Led Zeppelin en Stairway to Heaven.
¿Qué queda de aquel niño?
Lucho por preservar mi capacidad de sorpresa, de ilusionarme con lo diferente o llamativo, pero poco o nada queda de aquel adolescente.
¿Cómo empezaste a pintar?
Mi tío Ricardo me inculcó desde chiquillo el apego por el arte. El solía dibujar mientras yo observaba absorto todo el ritual. Cómo agarraba el pincel y el carboncillo. Cómo utilizaba la goma. Me acostumbre al aroma del colorido. Aquél fue el germen de mi pasión.
¿Qué te impulsó a dar un giro radical dejando atrás fue toda una vida en España e instalándote en la trepidación de Ciudad de México?
Sucedió a inicios de 2012, en plena crisis económica. Un galerista español al ver mi trabajo me dio un consejo: Si quieres ser pintor, tienes que vivir como tal. Intuí que era el momento de arriesgar. De apostar con firmeza a todo o nada.
No hay evolución sin riesgo.
El vértigo de escapar de tu zona de confort, de saltar sin saber si tu zancada te llevará al otro lado del despeñadero te transforma completamente. Supone una sobredosis de adrenalina que te impulsa personal y artísticamente.
¿Cuál ha sido el momento más complicado de tu aventura?
Los comienzos siempre son duros. Como cualquiera que decida dedicarse al mundo artístico, empecé realizando toda clase de chocantes oficios, excepto el de pintor. Mi primera exposición supone un punto de inflexión. Percibir el respeto de mis compañeros quebró la inercia.
Pese a tu autodidactismo, ¿cuáles son tus referentes?
Sin duda, el pintor austriaco Egon Schiele (1890-1918), uno de los baluartes del expresionismo figurativo.
Tus lienzos sobre arte urbano muestran una Ciudad de México cuajada de vida, cromía y misterio. Parecen el reflejo del hechizo que la metrópoli produce en ti.
Salir de una ciudad de cuatrocientos mil habitantes como Palma de Mallorca y llegar a Ciudad de México que tiene veintidós millones trastoca todos tus sentidos. La vivencia te convierte en alguien diferente. Aprendes a saborear el puro anonimato, el raudal de libertad que ello supone. Degustar mole de olla en el Mercado de San Juan o una cerveza en las animadas cantinas enciende mi organismo. Me hace sentir más vivo que nunca.
Recientemente fuiste uno de los artistas destacados en la exposición Pintar la Ciudad, auspiciada por el Museo de la Ciudad de México. ¿Cómo fue la experiencia?
Fue un honor ser elegido para formar parte de un evento de tal calado y observar el atrayente desenlace. El Museo de la Ciudad de México no solo constituyó un inmejorable escaparate para la divulgación de las obras, sino también para el intercambio de opiniones con otros artistas de primer nivel. Supuso un gran enriquecimiento personal.
Es difícil llegar cuando tu único padrino es tu talento.
Siempre es más complicado, en cualquier faceta, llegar sin ayuda. Pero intento no pensar en ello. Todos tenemos dudas e inseguridades, pero tu mejor padrino es creer en ti mismo.
Tu bohemia se refleja en muchas de tus creaciones, especialmente en las más recientes. ¿Cuál es la fuerza motora que impele tu obra?
Mi motor es el arte. Pintar por pintar. Es lo que sé hacer y voy a muerte con todas las consecuencias.
11. ¿Qué escena histórica o ficcional te gustaría recrear?
No tengo en mente una escena icónica. Pintar una flor o una calle recién asfaltada puede llegar a ser tan poético como retratar el sufrimiento humano.
12. Un libro, un filme y una canción. ¿Hasta qué punto son la literatura, el cine o la música fuente de tu inspiración?
A sangre fría de Truman Capote, La ley del deseo de Pedro Almodovar y Lucha de gigantes de Nacha Pop. Trato de nutrirme de todo, tanto de las emociones interiores como del mundo exterior. Todo influye en cada pincelada. Cada nota que oyes, cada línea que lees y cada imagen que ves te agita de alguna manera y trato de tener la mente lo más abierta posible para captar esas sensaciones.
¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
Hay un plan en ciernes que tal vez me lleve a exponer en Austin Texas. Espero que pronto vea la luz una novela gráfica creada en sinergia con el escritor Teseo Fournier. En México continuaré retratando los singulares especímenes humanos que cruzan la urbe.
