Desde que comenzó el confinamiento por el COVID-19, la consigna más usada como parte de la campaña de prevención es Quédate en casa; sin embargo, muchas personas alrededor del mundo han advertido que eso no es, necesariamente, lo más seguro para todos.
A principios de mayo, cuando la mayoría de los países tenían poco más de un mes en cuarentena, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se sugería para mediados de septiembre se habrían producido 31 millones de casos de violencia de género, luego que se registrara un aumento de hasta 60 % en las llamadas de emergencia de mujeres víctimas de alguna agresión por parte de su pareja.
Este fenómeno aumenta y se agudiza en el mundo debido al crecimiento de situaciones de tensión, ansiedad y depresión en los hogares, que conllevan a la violencia. Un grupo de 36 profesionales de la comunicación realizaron una investigación en 21 países de habla hispana y Brasil, llamada Pandemia Invisible.
El estudio se centra en la violencia padecida por las mujeres en el entorno familiar. La periodista venezolana Railí Luján explicó que la intención de la investigación era dar a conocer el lado humano de la violencia intrafamiliar, porque, aunque hay muchos países que ofrecen cifras oficiales, las organizaciones manejan cifras mucho más escandalosas de mujeres que no se atreven a denunciarlo oficialmente y se escudan en organizaciones, como pasa en Venezuela.
Hasta el pasado miércoles 22 de julio, 152 mujeres fueron asesinadas en el territorio venezolano, de acuerdo con un monitoreo realizado por el equipo de Cotejo.info. El grueso de estos crímenes ocurrió en el Área Metropolitana de Caracas, donde se cometieron 24 homicidios, posteriormente se ubicaron los estados Aragua (19), Bolívar (14) y Zulia (14).
Desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) se conoció que antes de la pandemia una de cada tres mujeres sufrió de violencia a lo largo de su vida, lo que significa que, en el último año, al menos 243 millones de mujeres, entre 15 a 49 años de edad, fueron víctimas de violencia sexual o física.
No hay data oficial
La opacidad de la justicia y los cuerpos de seguridad venezolanos han obligado a las organizaciones no gubernamentales a llevar el registro de estos casos a través de lo que reseñan las redes sociales y de las pocas mujeres que se atreven a denunciar a su agresor, dado que no hay puntos de encuentro entre ellas y las instituciones del Estado.
En el contexto confinamiento por coronavirus, la también periodista venezolana radicada en México, Jesenia Freitez, señaló que durante los 106 días de estudio para la realización de la investigación Pandemia Invisible, hubo 40% más casos de violencia de los registrados antes de la cuarentena: Podemos decir que en Venezuela se comete al menos un feminicidio cada 36 horas, por lo que desde el 16 de marzo hasta junio hubo 79 feminicidios, de los cuales 21 fueron en marzo, 20 en abril y 17 entre mayo y junio. Es decir, de las 130 mujeres asesinadas, 79 murieron en época de confinamiento.
Explicó que en países como Venezuela es difícil documentar este tipo de casos por falta de la data oficial: Por eso es que, tal vez, algunos registros de las organizaciones no coinciden, y es porque no hay una data oficial que pueda dar luces de la violencia en el país. Otro de los factores que descubrimos es que en la mayoría de los casos el agresor tenía algún tipo de vinculación con la víctima, eso es casi generalizado en todos los países.
Sin denuncia no hay justicia
En Venezuela, conforme a la investigación se conoció que 37,5 % de los feminicidios sucedidos el agresor tenía que ver con la víctima, mientras que 41,7% de los feminicidas huyeron, por lo que la víctima no tiene justicia.
Razón por la cual directora y activista de la Red Mérida Feminista, Karol Moreno, aseguró que desde el movimiento que dirige han buscado alianzas con otros grupos feministas y de defensa de los derechos de la mujer para visibilizar todas las formas de violencia de género que están muy enraizadas a la cultura venezolana, y especialmente merideña, y a partir de ahí generar acción políticas, culturales, jurídicas para prevenir y erradicar la violencia de género.
Hace unos días, la joven activista del feminismo en Venezuela, Penélope Longart, le contó a HispanoPost cómo había sido agredida por tres hombres desconocidos en plena vía pública, mientras se trasladaba a su casa luego de hacerle un favor a su mamá. Al tiempo que resaltaba la importancia de denunciar este tipo de ataques, pese a que en ocasiones muchas veces destacan por la falta de justicia hacia la víctima.
Desde ese día muchas mujeres, amigas y desconocidas me contaron sus historias, por lo que decidí iniciar una campaña llamada #YoCuento. Donde las mujeres han ido contando sus historias de acoso, de abuso, de violencia que han vivido en las calles, en la universidad, trabajo, incluso en la familia; algo muy parecido al #MeToo. Empatizar, porque esto es necesario, contaba Longart.
Raylí Luján explicó que para poder llevar a cabo la investigación en países como Venezuela debieron contar con el apoyo de organizaciones grandes, que avalaran las cifras según sus estadísticas propias. Cuando estas personas viven una violencia como esta, muchas veces no tienen luz de lo que les está pasando. Estuvimos haciéndole seguimiento a los casos antes durante y después de la investigación y eso es un gran aprendizaje como periodista, siempre confiando en que todo se resuelva y salga bien.
No queremos que esto se quede aquí. Quisiéramos que se pueda conversar mucho más sobre el tema, porque si bien hacemos público el trabajo y le damos voz a esas mujeres, si su situación no avanza en el ámbito legal ellas se van quedando estancadas ahí. Queremos que otras mujeres se sientan más seguras, que la sociedad sepa actuar en estos casos y que se abra el debate para que se entienda que es un problema social de todos y que le puede pasar a cualquiera, añadió Luján.
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