El incidente en el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, el 6 de enero de 2021, junto con la instalación de la nueva asamblea legislativa venezolana, el 5, marcan un inicio poco auspicioso para este año de Dios y provocan las siguientes reflexiones, a pesar de las voces que atribuyen a la democracia en general y a la norteamericana, en particular, la condición de frágil. Veamos que no es así en el caso norteamericano, sino lo contrario.
Hay que recordar la historia para establecer analogía entre actos parecidos, aunque con circunstancias generadoras diferentes que, sin embargo, acreditan precisamente las debilidades de regímenes democráticos. El primero, el comúnmente llamado asalto al Congreso del 23-24 de Enero de 1848. Se trata aquí solamente de los resultados, pues la escaramuza inicial a la postre, generó el apoderamiento del Poder Legislativo por parte del siempre anárquico José Tadeo Monagas, como consecuencia de las intrigas entre paecistas y liberales, poniendo de manifiesto que entonces (y ahora) el gobierno era de hombres, no de instituciones ni de leyes y de esa manera, pasó la totalidad del poder a las manos autocráticas del monagato. Es necesario concluir, simplemente por los efectos, en que el poder legislativo venezolano de entonces era sumamente frágil y por consiguiente, la democracia.
Otro caso relevante es la manera como Hitler se apoderó de la Cancillería del Reich, no obstante que en las votaciones había obtenido algo más del 30% de los votos. Con artimañas, bravuconerías, la muerte de Hindemburg y la situación económica desesperada de Alemania, se creó una tormenta perfecta que a la postre generó la Segunda Guerra Mundial. De nuevo: el Poder Legislativo y la democracia alemana eran débiles.
El incidente norteamericano del 6 de Enero revela, precisamente lo contrario:
La democracia norteamericana goza de buena salud y la reacción, tanto del Poder Judicial, como las Cámaras del Congreso, fueron genuinas y eficaces ramas del Estado en ejercicio pleno de sus facultades y en equilibrio y ante a un desquiciado en la Presidencia, con los efectos que pudimos testimoniar. Esa fortaleza no es obra de la casualidad; al contrario, es un efecto histórico probablemente único, en la democracia constitucional más antigua y duradera del planeta.
La Constitución norteamericana con los influjos de Hobbes, Locke y Rousseau fundamenta al Estado, en su operación, bajo un sistema que se ha llamado de cheks and balances, o pesos y contra-pesos, expresado convenientemente en The Papers of the Federalist, números 10 y 51, cuyo último fundamento es el horror al predominio de un poder sobre el otro y la salvaguarda contra las facciones de las mayorías sobre las minorías y viceversa (podría decirse contra la polarización), mediante controles recíprocos ¡que funcionan!. Pero es que además del contractualismo, el sistema constitucional norteamericano está impregnado, entonces y ahora, con los valores contenidos en la Declaración de Independencia, coordinada por Jefferson (1776) y en la 10ª enmienda a la Constitución, llamada The bill of rights (1791) con influencia de la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, de la Revolución francesa (1789) y finalmente en la actualidad, con las consecuencias de la Declaración Universal de los derechos del hombre (1948). Esos valores en líneas muy generales son: 1) La libertad del voto, expresión sin restricciones de la voluntad ciudadana para apoyar a candidatos o proyectos, que es el pilar fundamental; 2) El bien común, en que consiste la implicación útil de la libertad; 3) El sistema retórico mediante el diálogo, que hace fluir las opiniones; 4) Un fuerte sentido de patriotismo o arraigo a los valores nacionales bajo un orgullo y hasta una exaltación de la autoestima gringa, frente a los demás; 5) La invocación a la costumbre o precedente, que es la maestra en la interpretación de las leyes, particularmente en los sistemas anglosajones.
De modo que el 6 de enero no hubo sorpresa. El incidente se produjo en un sistema estratificado de funciones-valores que trabajó cabalmente, ante la mirada atónita del mundo y de otros sistemas políticos, que verdaderamente o son débiles o son inexistentes, como el nuestro, el ruso, el iraní o el turco. En ellos si sería una sorpresa que los hechos se desenvolvieran como vimos.
Pero además, resultó verdaderamente admirable que la facción republicana, quedase tan impresionada por la instigación a delinquir emanada de Trump, que provocó una toma de conciencia racional-valorativa, reaccionando como se diseñó y se esperaba, o sea: operando los cheks and balances y auto-compensando el sistema, comenzando por el propio Vice-presidente, más los 60 jueces que resolvieron los previos casos de impugnación y los congresistas republicanos que votaron en contra de las impugnaciones a las elecciones y la desorbitada pretensión de Trump, culminando con la lectura de las certificaciones de las elecciones estadales y proclamando al vencedor de la contienda, en alta madrugada y sin diferir la sesión. ¡Ciertamente que parecía de película!. Aunque la realidad superó a la ficción.
El Conde Alexis de Tocqueville, en su conocida obra La democracia en América, comentó, en el primer tercio del siglo XIX:
Hay dos medios de disminuir la fuerza de la autoridad en una nación. El primero consiste en debilitar el poder en su mismo principio, privando a la sociedad del derecho o de la facultad de defenderse en ciertos casos: debilitar la autoridad de esta manera constituye lo que, en general, se denomina en Europa, fundar la libertad. Hay un segundo medio de disminuir la acción de la autoridad: no consiste este en despojar a la sociedad de algunos de sus derechos o de paralizar sus esfuerzos, sino en dividir el empleo de sus fuerzas entre varias manos; en multiplicar los funcionarios atribuyéndole a cada uno todo el poder que necesita para llevar a cabo lo que se le destina a ejecutar. Se encuentran pueblos en los cuales esta división de poderes sociales puede también conducir a la anarquía; por sí misma, sin embargo, no es anárquica. Dividiendo así la autoridad, se vuelve su acción, es verdad, menos irresistible y menos peligrosa, pero no se la destruye.
De lo que sigue solamente se puede hacer conjeturas, pero como el picao de culebra cuando mira bejuco, corre, como se dice en criollo y recordando el caso Chávez, el sistema norteamericano tendrá que tomar una fuerte y rápida acción para impedir que Trump regrese al poder. Hay inequívoca y plena prueba que delictualmente instigó a la turbamulta que tomó el Capitolio Federal, con lamentables consecuencias: 5 muertos y 14 heridos, lo cual debería pesar sobre su conciencia (¿la tiene?). Pero es que además, debe responder a la Justicia y PRONTAMENTE ser procesado y condenado por esos hechos, repito PRONTAMENTE; sin contar los otros pecadillos que están pendientes, destacándose los fraudes fiscales, la ofensa proferida al UPS, servicio postal de USA, el desprecio por el sistema electoral, por las resoluciones judiciales, a las fiscalías y a los propios gobernadores de los estados, como desacato y unas cuantas faltas más al desempeño y a la moralidad del Funcionario de elección.
Entonces se debería actuar prospectivamente, pensando a futuro y aplicar, sin duda y con celeridad, el principio griego de la DOKIMASIA (docimasia. Ver en Hispanopost, 10 de julio de 2019 y entrevista en video del 8 de diciembre de 2020.
No debe quedar duda que Donald Trump jamás pasaría una prueba de polígrafo ni un test psicológico-técnico para acreditar su idoneidad para el cargo de Presidente de los Estados Unidos de América. Los anteriores casos, Stalin, Mussolini, Hitler, Fidel Castro y Chávez son más que suficientes como para incorporar la comprobación de la previa idoneidad como requisito inexorable de escogencia para el desempeño de cargos electorales. Incomprensiblemente la sociedad humana tiene una tendencia y gusto por lo escatológico-coprológico. En bellas palabras dice el bolero, miénteme más que me hace tu maldad feliz. Pero el mundo no puede continuar soportando a esta retahíla de dementes en posiciones de gobierno; es irracional que esto continúe.
El asunto es: PRIMERO selección y LUEGO elección.
Hay que insistir en ello: no podemos seguir confiando en la autotutela de los sistemas, pues ha habido demasiadas consecuencias por las travesuras de los dementes-incapacitados. Esto no puede continuar; en una de esas el ángel de la guarda de la democracia pudiera estar en la hora de reposo, tomando café, haciendo la siesta o de vacaciones y entonces: el caos
El sistema norteamericano funcionó por la forma sólida como está diseñado y gracias a sus valores.
¿Cuántos sistemas políticos aguantarían un embate como el del 6 de enero?.
Para mayor información en torno a DOKIMASIA ver en:
Adeleye, Gabriel, The purpose of the DOCKIMASIA, en https://www.google.com/search?q=The+Purpose+of+the+Dokimasia;
Gagliari, Lorenzo, The athenian procedures(s) of dockimaria. A response to Stephen Todt. En SYMPOSION 2009, pág 73, https://austriaca.at/0xc1aa500e_0x002544b1.pdf;
EL FEDERALISTA, FCE, 1994;
La democracia en América, edición abreviada, AGUILAR, Madrid, 1971, pág 44
No olvide ver nuestros reportajes en: www.hispanopost.com