La odisea del nuevo año escolar contada por 6 docentes venezolanos

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“El problema con el inicio de clases de este año escolar es que el docente no va a conocer a sus estudiantes ni a su curso”

Olga Ramos, profesora e integrante de la Asamblea de Educación.

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La manera de enseñar cambió, tuvo que hacerlo tan pronto llegó la pandemia al país. La modalidad presencial en aulas a la que se estaba acostumbrado quedó fuera de las posibilidades y, en consecuencia, los profesores tuvieron que adaptarse para que los alumnos culminaran el año con los conocimientos requeridos. Una tarea ardua, sin previo aviso y en muchos casos sin recursos. Sin embargo, en la actualidad se suma un mayor reto, iniciar un nuevo periodo escolar en el que los docentes, a diferencia de la experiencia previa, no conocen a sus estudiantes.

“No teníamos el conocimiento de educar de manera no presencial, a pesar de que conocemos muy bien nuestros temas de clases y las herramientas de enseñanza. Esa preparación la tuvimos que adquirir, en estos momentos, de la manera más rápida posible: manejar programas para grabar clases, por video, en podcast, hacer tareas y correcciones usando la tecnología. Son conocimientos nuevos que debimos adquirir de un día para otro”, explica la profesora de Física del Colegio Integral El Ávila, Gabriella Pennacchia.

Pennacchia da clases de esta materia a tres cursos de educación media y desde el lunes 7 de septiembre inició el nuevo año académico con esta llamada nueva normalidad. Aunque los alumnos de cuarto y quinto año la conocían, el desafío estaba en los de tercer año.  “Adicionalmente, es una materia nueva para ellos, como lo es la física. Ese es otro detalle que agrega dificultad en la enseñanza. Por eso, la primera semana de clase estuvo enfocada en conocerlos y que ellos me conocieran. Les dimos el tiempo para que se presentaran a través de una reunión virtual y poder verles las caras. También hicimos una primera asignación, donde se les pidió que nos hablaran de ellos, qué les gusta, qué hacen, para que el vínculo de cercanía fuese posible a pesar de la distancia”, explica.

Mientras esta iniciativa cumplía más de una semana en rigor, en la tarde del 15 de septiembre la administración de Nicolás Maduro anunció, como una solución al problema de que docentes y estudiantes no se conocieran antes de empezar el año, que «a partir del 5 de octubre, los niños y adolescentes podrán ir a las escuelas y liceos en los días de flexibilización para que conozcan a la maestra y esta pueda darles instrucciones y materiales». Esto debe programarse con previa cita y comenzará luego de 20 días de la fecha de inicio de clases anunciada por el Ministerio de Educación, que es este 16 de septiembre. Sin embargo, en los días de cuarentena todas las actividades serán a distancia.

A pesar de que oficialmente hoy el primer día de clases, en las escuelas públicas comenzarán siete días después de lo establecido y algunas unidades privadas iniciaron una semana antes, aunque la preparación previa requirió más tiempo. Para la profesora Pennacchia significó aprender edición de videos, cómo hablarle a una pantalla, cómo hacer un guion para ser preciso y enseñar en pocos minutos, prácticas de cómo mantener el interés de los alumnos a pesar de las distracciones de no estar en el mismo lugar. “Prácticamente tuve que hacer un curso sobre programas de grabación, edición y formas de enviar el material”, cuenta.

Y ahora, en clases, el tiempo para prepararlas es tres veces más del que le tomaba realizar las clases presenciales. La docente tiene dos hijos en casa que también se educan con la misma modalidad, y señala que es difícil separar las obligaciones laborales con las del hogar.

“Nuestro trabajo es mucho mayor, pero no se puede pretender lograr el mismo resultado por lo menos no en todos los alumnos. En las clases a distancia hay factores adicionales que no podemos controlar y que afectan al aprendizaje del alumno. En esta nueva modalidad el alumno necesita mucha más disciplina, organización y voluntad, herramientas que no todos tienen desarrolladas. Por lo que no podemos tener las mismas expectativas que una clase presencial”, indica.

La docente, que también graba sus clases en YouTube, admite que cuenta con Internet, computadora y teléfonos actualizados que le permiten trabajar. “Pero no escapo de los problemas graves de fallas constantes en el Internet, en la telefonía y también en la electricidad, que afecta cualquier planificación que tengas con tus alumnos”, asegura.

La unidad educativa privada en la que ejerce la profesora hace posible la suma de conocimiento a distancia a través de la plataforma Classroom “que es básica y muy útil para usar en estos momentos de educación a distancia”. “Pero la mayoría de los docentes ni los alumnos la conocen, así que es otro tiempo que dedicar para aprender a usarla correctamente y aprovecharla al máximo. Esta aplicación permite tener agrupado por clases todo el material que los alumnos necesitan tener, te permite crear tareas, colocarles el puntaje, la fecha en la que deben entregarla, puedes corregirla y darles su nota en ese mismo lugar”, explica.

Pennacchia ha visto las clases a distancia como un reto. “Ha sido un gran aprendizaje como docente y son valiosas porque pueden aportar nuevas técnicas de aprendizaje, pero no pueden ser vistas como la única manera de dar clases. La combinación de clases a distancia con las presenciales puede ser una excelente manera siempre que los docentes tengan las herramientas y la enseñanza para trabajar con la tecnología”, enfatiza la profesora.

El detalle que puntualiza la educadora al final de su frase es la razón por la que en HispanoPost entrevistamos a cinco colegas más, todos de escuelas públicas, para conocer cómo se preparan para el inicio del nuevo año escolar.

“No tengo ni la menor idea de cómo daré las clases”

Ángel Marín

En el liceo Luis Cárdenas Saavedra de El Valle, los alumnos de educación media se encuentran en las inscripciones previas para empezar clases en octubre. Sin embargo, en esta institución pública trabajan profesores de bachillerato, como Ángel Marín, en cuyas casas no hay Internet ni equipos tecnológicos que le permitan dar clases. “He ahí donde se genera el problema macro de la educación a distancia y no sé si siquiera se puede llamar de esa manera, porque es un concepto lejos de poder cumplirse en este sistema educativo en el que simplemente estamos cumpliendo con lo básico”, expresa el docente.

“Realmente en este momento no tengo la menor idea de a través de qué medio daré las clases. Primero, se tendría que hacer un sondeo entre los estudiantes para saber cuál es el más efectivo para ellos y que genera menor estrés para de ahí empezar a trabajar, aunque esto no lleve a nada porque al final no se cumplirá con los objetivos, como ocurrió con el cierre del año escolar pasado, que nadie aprendió”.

Para Marín tanto la improvisación como la falta de preparación para actuar en casos de emergencia se vieron reflejados de forma negativa en esta contingencia, porque en Venezuela no existen las condiciones mínimas necesarias para atender a los estudiantes a distancia, como la falta de recursos y la escasez de servicios básicos como la luz.

A pesar de la realidad que enfrenta, este docente de bachillerato planea hacer un diagnóstico y un sondeo entre estudiantes para plantear una planificación en función de las necesidades del curso. Sin embargo, sus expectativas para este año escolar “no son nada buenas, seguimos insistiendo en una mejor calidad educativa y esto conlleva a muchos factores como, por ejemplo, un buen salario, protección social, evitar la persecución laboral, un cambio radical en el sistema educativo entre tantas otras cosas que no tenemos y estamos lejos de tener”.

“Pensé que iba a ser diferente, pero veo que es lo mismo”

Luis Gil

El profesor de tercero, cuarto y quinto año de bachillerato de la unidad educativa pública Gran Cacique Tiuna en La Rinconada, Luis Gil, afirma que pensó que el nuevo año escolar “iba a ser diferente, pero veo que es lo mismo, es una falacia, una contradicción, porque las condiciones en la que vive un profesor hoy en día no son acordes con lo que se exige”.

Desde marzo la exigencia fue mayor: “Se mezcló todo, tu casa, tu familia, tus hijos y uno se aísla de su entorno para cumplir con las exigencias, lidiar con representantes que no entienden que para todos esto es una novedad, además de tener una sobrecarga de actividades y, por supuesto, el estrés de estar pegado al teléfono día y noche corrigiendo las actividades”, asegura.

Gil expresa que nunca se había vivido una situación como esta y “ni el gobierno y mucho menos el Ministerio de Educación están preparados para esta titánica tarea, porque la tecnología y el nivel de alcance es muy deficiente. Yo solo tengo wifi intermitente y mi celular, que decidí no utilizarlo para tal fin porque nadie me da para pagar el saldo y lo que gano alcanza para medio cartón de huevos”.

Describe como “incierto” el medio que usará para dar clases porque la cátedra que dirige está basada en la práctica. “Soy profesor de Educación Física y me siento atado de manos, además de amenazado por el ente educativo, porque se deben comenzar las clases como sea sin ver que estamos en la total miseria”, enfatiza, al confesar que su desmotivación es demasiada.

Asume con sinceridad que en vacaciones no ha tenido tiempo para hacer una planificación. “He salido a vender cosas de la casa para poder llevar comida a mi familia, a mis tres hijos. Solo pienso qué vamos a comer mañana y si yo no tengo comida, cómo voy a tratar a los estudiantes, con vocación no se come. Y así como yo hay muchos docentes. Los veo vendiendo sus cosas en los estados de WhatsApp, al igual que yo”.

“Iniciaremos cuando se ajuste el salario”

Néstor Rigual

El ingeniero y profesor de bachillerato Nestor Rigual piensa seriamente en no comenzar hasta que se reivindiquen los acuerdos laborales, porque el salario “se ha aceptado por vocación o por miedo a ser reemplazado por la alternativa de estudiantes no preparados aún para educar a quienes van a dirigir las operaciones que harán crecer a un país, estados y familias”. “Por eso, no es posible que si no se dispone de la ayuda de familiares que han emigrado y de otras actividades fuera del área, el docente no pueda llevar el sustento a su casa”.

Rigual da clases de Biología y Física a los alumnos de tercer y cuarto año de educación media del liceo Augusto Pi Suñer en el Junquito. Se mudó a Caracas a finales del año escolar pasado “porque el Internet de la zona dejó de funcionar cuando se robaron los cables de la carretera principal”.

Explica que la modalidad que implementaba para estar en contacto con sus alumnos era a través de un grupo de WhatsApp. Ese tiempo sin conexión fue el más difícil que vivió durante esos meses para poder impartir clases; no obstante, hubo representantes dispuestos a pagar el saldo de su teléfono para continuar la cátedra, lo cual no aceptó.

“La juventud actual se siente más comunicada por Internet que cara a cara, por lo que ya antes de la pandemia se tenía el grupo de la clase para enviar ejercicios de práctica y aclarar las dudas. Ahora, gracias a Dios cuento con una computadora e Internet banda ancha, con sus respectivas fallas. Si bien existe la plataforma Zoom, la más recomendable en mi caso es WhatsApp, porque se envía lo que uno dice y las respuestas o preguntas te llegan por privado y así no recargan el chat y cada quien puede volver a revisar la clase y las tareas”, señala el docente.

Rigual no conoce a sus nuevos estudiantes de tercer año, a diferencia de los que acaban de pasar a cuarto. Plantea hacer, además de la presentación de la materia, un sondeo para elaborar un diagnóstico y saber desde dónde se debe comenzar”, con la condición de recibir un ajuste salarial.

“Es una situación incómoda para la cual no estamos preparados”

Elba Salazar

Recibir un aumento salarial es también la exigencia de Elba Salazar, profesora de segundo grado de la unidad educativa pública Miguel José Sanz, ubicada en El Valle. Con 22 años de servicios en dar clases a estudiantes de primaria, cataloga el segundo y tercer lapso pasado como “un desastre”.

“No tuve Internet ni computadora, me sentí muy presionada e incómoda. Es una situación para la cual no estamos preparados y es difícil llevar un control diario a los alumnos ni a los representantes. Por lo tanto, el aprendizaje no es efectivo. Es revisar todos los trabajos o los famosos portafolios y mantener comunicación con los representantes, y, por supuesto, que los niños cumplan con sus actividades”, agrega.

Cuenta que la planificación semanal le tomaba dos o tres días, “en cambio cuando es presencial es diaria, orientada y revisada”. “Además, debes atender a tu familia y el trabajo en el hogar. No existe horario para que los representantes te llamen a preguntar por cualquier actividad que no entiendan, y los tienes que atender porque ellos no están capacitados para dirigir una clase y mucho menos explicarlas a sus hijos. Es una tarea difícil, sin contar que debes trabajar y más en nuestra situación país”.

“No me incorporaré”

Solciret Rivas

La profesora de quinto grado de primaria de la escuela pública Luis Hurtado Higuera en El Junquito, Solciret Rivas, tomó la decisión de no impartir clases este año escolar por problemas salariales. Luego de 15 años como profesora.

“No cuento con Internet ni equipos para hacer las clases. No recibí ninguna inducción previa, ni información de los estudiantes a los que le daría clases. Se me hace difícil cumplir con el trabajo, al no tener las herramientas ni la preparación para dictar clases a distancia. En los últimos meses del año escolar 2019-2020, el no manejar esa tecnología me complicó cumplir con las jornadas”, indica.

Las deficiencias en la educación a distancia en muchas escuelas no se han solucionado. Algunos docentes desconocen la manera cómo educarán en este nuevo año, a pesar de que las clases ya empezaron o están en conteo regresivo. Otros no se incorporaron, pues exigen mayor remuneración y recursos para llevar el aprendizaje a cabo.

Expertos en educación, como la educadora Olga Ramos, han mostrado preocupación desde marzo por las diferencias educativas que se establecían entre alumnos de un sector u otro, de escuelas públicas o privadas, de quienes tienen Internet y de los que no. Esto no solamente aumentarán las diferencias, sino que “las deficiencias se harán más profundas y difíciles de superar”, enfatiza la integrante de la Asamblea de Educación.

Este reportaje contó con la colaboración de maestros venezolanos, la Asamblea de Educación y la Red de Madres, Padres y Representantes.

Lea también: Nuevo año escolar: “Las deficiencias serán más profundas»

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Abigail Carrasquel
Abigail Carrasquel
Periodista venezolana

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