El beisbol se encuentra desde hace una década en el centro de un debate entre los amantes de las nuevas estadísticas, denominados sabermétricos, y los defensores de las estadísticas tradicionales. Los primeros se han impuesto en los últimos años al momento de entregar premios a jugadores al basarse en las tendencias y la tecnología para medir el rendimiento de los peloteros, mientras que los viejos critican que la numerología está matando la esencia del beisbol.
Hace unos 15 años era difícil pensar que un lanzador con menos de 15 o 20 juegos ganados por temporada podía aspirar al Cy Young como el mejor serpentinero del año. Justo en 2005 se abrió una fuerte discusión entre quienes defienden los numeritos de antaño y los sabermétricos cuando el dominicano Bartolo Colón se llevó el galardón en detrimento del venezolano Johan Santana.
En ese verano, Colón recibió el respaldo del 84% de los votantes a pesar de que Santana lo superó en números que miden de manera más específica la actuación individual como los ponches y el porcentaje de carreras permitidas.
En 2010 se podría decir que las nuevas tendencias arreciaron contra los conservadores. El criollo Félix Hernández se acreditó apenas 13 victorias contra 12 derrotas, pero el peso de sus demás estadísticas le permitió imponerse en una elección que provocó una encendida discusión. El Rey lideró la Liga Americana en efectividad (2.27) e innings lanzados (249 y dos tercios).
Se reivindica el Cy Young porque no solamente es un premio para el pitcher más ganador, sino para el más dominante, declaró entonces Hernández al conocer que resultó victorioso.
Los mánagers bajo la lupa
El puesto de estratega en las mayores también ha cambiado. Para los principales analistas del juego, el cargo se ha convertido más en una especie de ejecutor de lo que dicen las estadísticas que la interpretación del juego y la sabiduría de quienes llevan las riendas de las novenas.
Muy oportuno es el caso que se observa en la actual Serie Mundial con los Rays de Tampa Bay y el mecanismo para manejar el cuerpo de lanzadores. La filosofía del club es que, apoyados en lo que reflejan los numeritos, un lanzador no se puede enfrentar tres veces a la misma alineación durante un partido puesto que los bateadores son capaces de ajustarse y hacer daño.
La teoría se vio claramente en el séptimo juego de la serie de campeonato de la Liga Americana cuando Charlie Morton estaba lanzando cinco sólidos innings con apenas dos hits permitidos y el mánager Kevin Cash salió con la grúa para sacarlo, fiel al esquema estadístico anteriormente expuesto.
Similar fue el caso de los Astros con McCullers Jr. quien apenas se equivocó en dos pitcheos ante la toletería de Tampa y acumulaba seis ponches, pero no, no podía ver de nuevo a la alineación rival porque los números decían otra cosa diferente a lo que el desarrollo del juego presentaba.
A todo esto hay que sumarle las distintas y a veces insólitas formaciones defensivas que hace 20 años eran consideradas un sacrilegio dentro del juego de pelota.
Lo cierto es que los defensores de la teoría sabermétrica se están imponiendo con las nuevas estadísticas, pero según los estudios de rating realizados en los últimos años en Estados Unidos, reflejan que el beisbol ha perdido el lugar de vanguardia ante otras disciplinas como el fútbol americano.