La solidaridad, una vacuna contra el coronavirus

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El COVID-19 tomó por sorpresa a muchos. Aunque desde diciembre se conocía la epidemia producida por un nuevo virus, muchas personas no vieron la posibilidad de que esta enfermedad estuviera tan cerca de ellos. En muchos casos, falló el sistema de prevención.

En Venezuela, ante el miedo y la preocupación por la llegada del coronavirus, los ciudadanos han logrado descubrirle otra cara a la moneda. Por eso, cuentan a HispanoPost cómo fue que afloró su solidaridad, para entre todos salir sanos y a salvo de esta delicada situación. 

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“Cuando vi que la gente estaba comprando tapabocas como loca y los estaban vendiendo tan caros no solo me preocupé, sino que decidí hacer algo para proteger a mi familia y ayudar a mis vecinos”, contó Rebeca, una joven ama de casa que se dedica a la elaboración de bolsos y carteras.

Rebeca dijo que hasta el momento con la ayuda de su mamá, quien se dedica también a la costura, y la de su pequeño hijo Fabián, que ha sido el encargado de seleccionar y combinar los retazos de tela, ya han regalado unos 300 tapabocas a sus vecinos en Los Teques.

“En el primer lote, le regalamos unos tapabocas a los trabajadores del hipermercado frente a la casa. Hoy vienen a buscar 20 de una emisora de radio que está por acá cerca y 50 que son para los Bomberos de Miranda. Para lunes tenemos listos otros 50, que son para el ambulatorio de La Rosaleda y 12 más para los funcionarios de la Policía de Miranda”, detalló.

Redes que acercan

En un chat vecinal María, quien vive en El Cafetal, confesó que la mañana del martes pasado esperó pacientemente a que se hiciera la hora en la que el camión de basura pasa por su edificio. “Por lo general siempre andan tres señores, el que maneja y los otros dos que recogen la basura. Así que los esperé y cuando iban pasando, bajé y les llevé un plato de comida a cada uno para que puedan aguantar la jornada”.

Ante los comentarios de sus vecinos, María respondió: “Ellos están arriesgando su vida para mantener nuestro municipio limpio y libre de coronavirus, lo mínimo que podemos hacer es solidarizarnos con ellos”. Luego, contó, varios de sus vecinos se sumaron a su iniciativa e incluso están motivando a personas en otros municipios.

En otro chat vecinal Alonso, quien reside en Chacao, le sugiere a sus vecinos hacerle más fácil el trabajo a quienes se dedican a recoger los desechos sólidos. A través de una imagen que, inclusive, ya trascendió a las redes sociales. Él invita “rociar con un poco de alcohol, vinagre o cloro, las bosas de basura, para que los señores de limpieza no estén expuestos a nuestros gérmenes”.

Fabián y Daniela, una joven pareja que vive en Macaracuay, también participan en los chats vecinales de sus edificios. “Somos novios, vivimos cerca más no juntos. En cada torre hay un chat de vecinos. Como somos los más jóvenes de nuestras familias decidimos participar y ofrecernos para salir a hacer las compras de medicamentos o alimentos de los más viejitos de nuestros edificios. Muchos de ellos nos han visto crecer, porque son papás o abuelos de nuestros amigos de la infancia. Merecen que les brindemos un poquito de ayuda”, dijeron.

Rebeca contó que también participa en un chat llamado Madres de Altos Mirandinos: “Somos como 200 mamás que compartimos consejos, información, memes y ayudas. Sé que una mamá que vive más arriba se puso a cortar franelas viejas para hacerle tapabocas a los vecinos de su edificio. Y otra señora se juntó con el consejo comunal de su residencia para recolectar ropa vieja y hacer más tapabocas para todos los habitantes de su conjunto residencial”. 

Traspasando fronteras

Con más de 5 millones de venezolanos haciendo vida fuera de su tierra, la realidad por la que atraviesan es tan distinta y variada como los países a los que han llegado. Para muchos el COVID-19 se sumó a la lista de calamidades que les ha tocado sobrellevar en el exterior.

Daniel, quien vive en Perú desde hace 5 años, se preocupa porque su jefe les informó que esta quincena será cancelada a tiempo, pero si la cuarentena se extiende un poco más de lo planteado, su próximo salario se hará efectivo a finales de abril. Gloria quien vive en Argentina desde hace 3 años y trabaja “en negro”, por lo que se preocupa porque no tiene la certeza de cuándo volverá a cobrar. “Cómo haré, entonces, para pagar la renta o comprar mercado”, se preguntó.

Cristian Solórzano, un venezolano dedicado al marketing y publicidad que vive en Argentina desde hace 2 años, creó un grupo de Whatsapp para ayudar con información de ofertas, empleos y alquileres, a los compatriotas que llegan a ese país. “En este grupo nos hemos ayudado mucho entre todos, normalmente donamos ropa. Ahorita hay muchos venezolanos que acaban de llegar y trabajan en negro, es decir, que no tienen ningún amparo legal de la empresa y con el coronavirus no están generando ingresos”.

Explicó que recientemente ha logrado ayudar a tres coterráneos con donación de comida. “Lo que estamos haciendo es que, como no podemos salir, nos distribuimos las ayudas entre venezolanos que están cerca. No soy rico, pero puedo ayudar a algunos porque hay muchas mujeres que son madres solteras y no tienen trabajo. Todo se les cerró con el coronavirus. Eso me parte el alma”. 

Solórzano dijo que intenta ayudar con lo que puede, aprovechando la cercanía que le ofrece su oficio en las redes sociales. Frecuentemente hace uso de sus cuentas para publicar información de interés y sumar nuevos integrantes al grupo de chat.

“No te digo que he donado una cantidad enorme de comida o ropa, pero intento hacer algo. Me encantaría tener mucho más para ayudar más. Uno de mis sueños es tener una fundación en Venezuela y poder ayudar a muchos más”, detalló. “Aunque yo estoy en Argentina, ya empecé esta misma iniciativa en Ecuador y la idea es que sea mucha la gente que se sume”, indicó.

Si está en Argentina y quiere unirse a una comunidad de venezolanos en ese país, puedes encontrar a Solórzano en Instagram como @emprendedor_digitalcj y @bronco_cj; o en su cuenta en Facebook https://www.facebook.com/christian.j.solorzano.52

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