Las mejores hamburguesas de Miami Beach

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    Hace tiempo que la hamburguesa emigró en Miami Beach del irrelevante «fast food» para constituir una propuesta ‘gourmet’ con carne de vaca jugosa, panecillos recién horneados y patatas fritas frescas: la que elabora el chef Michael Mina para desahogo de carnívoros figura entre las mejores.

    La fórmula de este célebre cocinero de origen egipcio en su local del hotel Fontainebleau apela a la carne añejada de res de primera calidad (Dry-Aged), hecha a mano, sometida al calor de la parrilla y sacramentada con bacon ahumado y queso Cheddar.

    Cada una de las siete variedades de hamburguesas que ofrece su carta llega a la mesa con el pepinillo clásico coronando el panecillo. Estamos en el paraíso del bocadillo. No hay más que fijarse con cierta atención disimulada en la cara de los comensales que nos rodean.

    Y es que cuando toca llevarse a la boca un manjar a dos manos, los disimulos se evaporan. Queda la expresión del rostro, iluminado por una suerte de beatífica satisfacción a cada bocado.

    Del menú Pizza & Burger, decíamos, brotan siete propuestas que exigen demora en la preferencia. Le meteríamos el diente a todas.

    La primera elección recae sobre una hamburguesa con nombre de servicio de inteligencia británico: The MM74, hecha a base de carne de vaca añejada, doble de bacon ahumado, salsa de queso Cheddar y lechuga. 

    La MM74 (las iniciales de Michael Mina) se sirve con un pequeño recipiente con salsa (receta secreta) y unas patatas fritas toscas y caseras, crujientes, espolvoreadas con finas hierbas que me arrancan ebrios sollozos de gratitud. 

    Mina (El Cairo, 1969), ganador del prestigioso James Beard Award como cocinero del año en Estados Unidos, elabora también una hamburguesa de sello latino, The Cuban Frita, con carne de res y chorizo español picado, alioli de pimentón ahumado y patatas fritas paja. El ensamble de sabores es adictivo. 

     Me convierto en este segundo ataque en el Pantagruel de una noche épica de hamburguesas de primera en la que todavía me queda espacio para atacar la Hippie Chick, vegetariana, a base de berenjena marinada a la plancha y calabacín crujiente.

    Me quedo con ganas de dar asalto a la hamburguesa de cordero al estilo Merguez (una especie de chorizo fresco picante a base de cordero) con yogur de chermoula (marinada típica de las cocinas del Magreb) y pimiento rojo. Se adivina la tradición oriental en la mano inspirada de Mina.

    El local Michael Mina 74 ocupa uno de los bajos del hotel Fontainebleau, con salida a la piscina y terraza poblada de palmeras, un restaurante informal y cómodo con barra de bar a la entrada y atmósfera de bistró estadounidense. Está decorado con gracia y carteles que evocan las hamburgueserías estadounidenses de los años 50.

    El menú ofrece también un número de aperitivos, ensaladas y, sobre todo, una docena de pizzas artesanas elaboradas en horno de leña. Una de las propuestas más llamativas de Mina es la pizza denominada The Surf, a base de langosta pochada en mantequilla, hongos chanterelle, maíz tierno y trufa, en mi opinión la suculenta reina de las pizzas.

    O la creativa pizza The Carpaccio, con láminas cortadas muy finas de solomillo de res de primera calidad sobre un lecho de tiras de queso parmesano, arúgula, cebolla roja crujiente y piñones. 

    Las pizzas son deliciosas, abundantes, rinden perfectamente para dos o tres personas y con precios razonables, desde 17 a 32 dólares. En la categoría de la tradicional focaccia crujiente de pan sobresale la Grandma the Butcher, que incorpora salami, chorizo, bacon picante, pimiento. Esa queda pendiente para una próxima y hambrienta ocasión.