Hace 8 años, Juan Cristóbal Montemayor, arquitecto de formación, comenzó a proponer para la venta los ajiceros que preparaba en casa tras un episodio casi fortuito: una verbena en el colegio de su hijo donde lo invitaron a que los ofreciera. Entonces, sin premeditación, se estrenó en un oficio al que se dedica todos los días con pasión de convencido. Así creó su marca de ajiceros artesanales a la que llamó Montemayor. Los mismos que elabora en la cocina de su casa transformada el taller, con dedicación diaria, que lleva en paralelo con su carrera.
Allí propone 11 tipos de ajiceros permanentes, más las ediciones limitadas, para demostrar que el picante no tiene porqué ser agresión contra el paladar. Todo lo contrario. ¨Estos ajiceros buscan estimulación. Quiero que sugieran. Que la lengua te haga preguntas¨.
Los pensó además para que sus comensales los puedan aprovechar a la hora de cocinar. ¨Quiero que los cocineros tengan aquí una paleta de colores para inventar¨. Por eso tiene una pasta de ají dulce que muchos venezolanos se llevan extra fronteras para tener cerca ese gusto tan esencial en el país. También una combinación con ají amarillo que propone probar con masas fritas como empanadas. Y además tiene ediciones limitadas, de los que hace solo 60 frascos por lote, con ajíes más raros o picantes para quienes le piden algo más fuerte. ¨Los aficionados al picante suelen ser poco humildes y quieren más¨. Por ello ha ideado propuestas como el Cicuta o el Grinch en Navidad y otras alternativas en las que incluso aprovecha el Carolina Repaer, que según el libro Guinness es el ají más picante del mundo.
*En Instagram José Montemayor está como @maestroajicero
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